sábado, 17 de diciembre de 2022

domingo, 11 de diciembre de 2022

Ganamos, perdimos, igual nos divertimos

 


El reloj goteaba el minuto ochenta y siete. A esas alturas del partido, había pocos protagonistas y muchos espectadores. Mi equipo y la pelota no lograban entenderse. Nuestra estrella era, a esas instancias del partido, un caso de amor no correspondido con el balón. Sólo el horror cuidaba los detalles: un descarado delantero rival, se arqueó hacia atrás y en el aire le pegó a la pelota y la envió a lo más profundo de nuestros corazones. Nada fue tan glorioso como perder el título.

sábado, 3 de diciembre de 2022

El hincha

 


El sol se va y todos se retiran. Caen las primeras sombras sobre el estadio Al Bayt ya vacío. En las graderías de hormigón todavía arden algunas bengalas. Se van apagando las luces y las voces. El estadio se ha quedado mudo. Un hincha regresa a su ostracismo, se confunde con la multitud, se separa de ella y desaparece. Lo peor de los estadios modernos es que no tienen lugar para los fantasmas.

domingo, 27 de noviembre de 2022

Yahoo



Sentado alrededor del fuego cavernícola, un hombre ordena siete palabras enigmáticas. Sin poderse contener las dice a gritos. En el centro de un círculo permanecen tendidos en la tierra, los hechiceros. Al escuchar al energúmeno gritar, se sobrecogen y se apartan de él por causa de una fuerte impresión. Todos sienten que les ha tocado el espíritu. Por atreverse a tanto, ya no lo consideran un hombre, sino un dios al que cualquiera puede matarlo.

sábado, 19 de noviembre de 2022

Lectores



En una línea del tiempo, San Ambrosio aprendió a leer en silencio; Diderot, se convenció de las propiedades terapéuticas de las novelas eróticas; Borges, con quienes estuvieran cerca a él. En cambio, Stevenson se negó a aprender a leer para no privarse del placer de escuchar a su niñera. Ante tantos lectores y experiencias, Chesterton concluyó que lo más extraño de los milagros es que ocurren.


sábado, 12 de noviembre de 2022

Un beso sideral


El cabello torrencial y negro, era el rasgo más terrestre de Zaniah. Crux tenía algo vegetal, era igual de longilíneo que un árbol, de mirada subterránea capaz de esconder a la muerte, pero renacía cuando ella lo veía. A ambos los unía la curiosidad que solo dos niños tienen al abrir cajones antiguos; esa era la forma de encontrarse sus dos mundos.

Cuando Zaniah intentaba ser humana desplegaba todos sus rubores sexuales, entonces las palabras se volvían más visibles en su epidermis. Sin embargo, se le dificultaba la ternura cuando quería besarlo. Era evidente que su especie había perdido la noción del beso. Zaniah le pidió el aprendizaje de ese placer. Crux, emocionado de poder ser útil a una habitante sideral, la besó. Ninguna palabra afloró, aquellos suaves movimientos del labio inferior la instruían. Sin poderlo evitar, la lengua del humano se extendió para acariciar la lengua de ella, fue cuando aquel ser desapareció dejando miles de puntos luminosos. ​​

 

domingo, 6 de noviembre de 2022

Circuitos

 


Emma pasa largas horas en el improvisado taller al fondo de la casa recién arrendada. Nadie la debe molestar en la instalación de sus luces navideñas. Su esposo e hijos tan solo se miran en un intento por comprender el abandono de ciertas obligaciones suyas. La incansable mujer pasa noches enteras sin pestañear con tal de asegurarse del funcionamiento de las inacabables luminarias decembrinas. También de encontrarle sentido a lo que escuchó en el Museo Departamental de Ciencias: La electricidad no se puede definir, pero debe entenderse como una especie de corriente interna en todo ser humano voluntarioso.

 

domingo, 30 de octubre de 2022

La siesta



Cuando el reloj de péndulo había marcado las tres lo despertó un trueno que retumbó dentro de la casa. El viento como loco suelto, entró dando portazos a diestra y siniestra. Al apresurarse a abrir puertas y ventanas, en el destello de otro relámpago, tuvo la sensación de que la Tierra giraba. Fue cuando interpuso toda su ofuscación para que no se le notara el miedo de su eterna soledad. 

domingo, 23 de octubre de 2022

La verdad

 


Un objeto volador no identificado, real o aparente ante los ojos humanos, surcó el espacio geográfico de una ciudad cosmopolita. Por lo sucedido no tardaron algunos expertos en declarar que toda las "afirmaciones extraordinarias requieren de una evidencia extraordinaria". Mientras las discusiones sobre el extraño caso se fueron haciendo interminables y la confusión se generalizó sobre la forma en la que se movía el objeto con la forma del objeto, en Magonia, Ávalon y otras geografías míticas, se comunicó el develamiento de una verdad mediante un escueto comunicado interestelar: Los llamados seres humanos todavía bostezan desde la lucidez de sus sombras.

sábado, 15 de octubre de 2022

Olvido


Conmovido Ptolomeo lee un mapa de estrellas imperceptibles. Un jugador de cartas lee los gestos de sus rivales antes de elegir la carta ganadora. La centenaria tejedora revisa el intrincado diseño de un tapiz. El adivino chino escudriña los lotos azules del jardín de la Ciudad Prohibida. Los amantes leen la geografía carnal de su desnudes apenas iluminadas; un corsario ávido de riquezas escruta el horizonte; mi lápiz, en cambio, esboza una palabra, mientras tú, ves gotas de lluvia en su caída titubeante sin alcanzar la quietud perfecta.

Reseña

 


El hombre de la muchedumbre

Edward J. Valencia

Fallidos Editores. Medellín. 86 págs. 2022.

 

Las buenas novelas y los buenos cuentos hacen loable todo lo que ocurre dentro de su territorio de ficción, incluso si en el mundo real resulta inverosímil. Cuando Remedios la Bella desaparece volando con una sábana, el lector de Cien años de soledad no tiene ninguna duda para creerlo, porque en Macondo esas cosas suceden, son normales. Sin embargo, en la Londres realista de Charles Dickens no son admisibles escenas así. Esto se debe a que el tejido de las palabras da lugar a un automatismo de significados que se conoce como "lógica narrativa".

La lógica narrativa, la coherencia interna, es la piedra clave de toda obra de ficción. Sin coherencia interna, cualquier historia se viene abajo. Plantear la lógica interna de nuestras narraciones es el primer paso antes de empezar con la escritura propiamente dicha.

Leyendo en la clase de Lengua castellana algunas de las historias contenidas en «El hombre de la muchedumbre» del escritor Edward J. Valencia, esa lógica, en principio dejó algunas dudas porque en la vida real una mujer no puede parir un conejo, ni mucho menos que ese parto se lleve a cabo por etapas. Sin embargo, lo no creíble, en medio del desconcierto y la vacilación inicial de algunos estudiantes de sexto grado, no dejó de tener su gracia, porque el cuento tiene su propia lógica y sus reglas internas. Eso se conoce como lo creíble, lo verosímil.

En otras palabras, si alguien se molesta porque ve que Superman vuela, el equivocado es el otro. En ese mundo dicho personaje puede volar y es totalmente factible. Por lo tanto, pedirle «lógica real» a una historia de ficción es un problema que cometemos los adultos y que los chicos no comenten.

El error del adulto es pretender ver el mundo como personas formadas. Primero porque creemos tener la ventaja de ver todo asunto desde afuera. Segundo, porque olvidamos que también tomamos las decisiones más absurdas en la vida real a cada rato.

Creemos que el propósito de este joven autor es narrar de modo diferente a lo que en la vida real acontece en relación al orden aristotélico. Es como si en «futuros estrenos», los lectores tenemos que saber que Charlie Brown surgió de una familia disfuncional o que Olivia sufrió muchos traumas psicológicos en su adolescencia y por eso le gustan los brutos como Popeye y Brutus, todo gracias a la necesidad de algunos cineastas de convertir iconos de la cultura popular, como héroes y heroínas de historietas, en «seres humanos» cinematográficos».

Por otra parte, Valencia reúnió algunas fábulas. Bien sabido es que toda fábula es un cuento moral, donde casi siempre los personajes son animales. Un pollito, un lobo, un grillo, entre otros. Así mismo se suelen asociar las fábulas con el creador de este género, Esopo. Pero al igual que sus primos el cuento, el mito y la leyenda, la palabra fábula también se utiliza para describir una invención deliberada o ficción. Eso hace Edward J. Valencia, en sus «Fábulas de la resistencia» contenidas en su libro «El hombre de la muchedumbre». Con todo, el autor, desde las alturas de la razón, recrea aquellas historias que nos acontecen y que son la suma de muchos estallidos recientes y que, al fin y al cabo, son aptos para inventar historias nuevas sin terminar contando las fábulas siempre.

En suma, en «El hombre de la muchedumbre» hay espacio para experiencias propias y para lo ilógico, de lo contrario, sería inaceptable y tediosa la lectura de sus cuentos.

sábado, 8 de octubre de 2022

Cierto día amaneció llena de palabras

 



Cuando la bisabuela Adelina falleció, los parientes y los vecinos más allegados se dispusieron ayudar con los preparativos del sepelio. Los parientes que vinieron de Cauca durmieron esa noche en el aposento más grande y ventilado de la casa materna. Séfora, la hija mayor de la fallecida, quien había sido repudiada por la familia del hombre con quien se casó por estar loca, se encontraba también entre los visitantes. Como en aquel tiempo se consideraba de mal agüero dejar que se extinguiera el fuego que ardía en el fogón de leña, durante el velorio, la abuela Sabina y su hija menor permanecieron levantadas para estar pendientes del fuego y arrumar algunos trozos de leña para avivar el fogón. De repente, escucharon el sonido de unas pisadas sobre el piso adoquinado que da al patio. La abuela Sabina al mirar, se encontró con su mamá recién fallecida. La reconoció por su blusa de mangas cortas bombachas y por la falda larga que la centenaria morena casi siempre arrastraba gracias a su baja estatura. Ver a su mamá era como poner los ojos en una muñequita de barro llevando siempre sobre sus angostos hombros el inconfundible chal bordado en bolillo. Justo antes de que la señora Sabina pudiera soltar un ¡Ah!, de sorpresa, la anciana probó con una cuchara de madera el café recién colado y, luego, atizó en silencio el fogón. La muerta, al rozar algunos maderos con su chal, hizo que las astillas de leña se balancearon vacilantes de un lado al otro, como si alguien en persona las hubiera tocado. La abuela Sabina, que era una persona muy tranquila, siguió detrás de su mamá Adelina hasta cuando la difunta se detuvo en el umbral de la puerta del aposento donde estaban durmiendo todos sus parientes; fue entonces cuando se oyó la voz de Séfora, la desquiciada, clamando:

―¡Madre, venga acuéstese aquí mi lado! 

jueves, 29 de septiembre de 2022

Melodrámatico


 Aquel autócrata tenía un oído normal para la música, pero una percepción finísima cuando se trataba de perpetuarse en el poder.

sábado, 17 de septiembre de 2022

Certezas


 

Aquel científico llegó a la conclusión de que la estela precipitada del asteroide cercano a la tierra cambió todo: la noción del tiempo de los seres humanos, así mismo, la progresión natural de la vida humana que, ahora más que nunca, oscila entre optimismo y el pesimismo. Así que el tiempo ya no es posible pensarlo en sus momentos, presente, pasado y futuro. Basta un movimiento en sus mentes para darse cuenta que nada ocurre por azar o  por simple magia porque el ojo ve sólo lo que la mente está preparada para comprender.


Basado en una cita de Henri Bergson: El presente sólo se forma del pasado, y lo que se encuentra en el efecto estaba ya en la causa.

https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2022/09/microrretos-cita-la-vista.html

sábado, 10 de septiembre de 2022

Intrusos

 



Sin descargar las compras del supermercado abrí la puerta. Uno de los peces espera al lado de una estrella de mar rocosa, pero al darse cuenta que soy yo y no mi exnovia, su dueña, se da la vuelta batiendo sus dorsales rojos y azules y desaparece de mi vista. 

Ingreso al apartamento y cierro la puerta. Coloco las bolsas sobre una mesa y ojeo La hora del diablo de Pessoa. Descanso, pero me siento incómodo, como si fuera cometer un delito. 

Limpio la pecera, le echo el alimento granulado y reviso la temperatura del agua, tal como me dejó escrito. Como si fuera poco, mi exnovia me ha pedido que les hable con ternura, esa es la parte del favor que me hace sentir ridículo.

Voy a su cuarto y me siento en su lecho, recuerdo algunas escenas íntimas; también pienso en que es feliz al lado de su nuevo amor. Seguro disfrutan su mutua compañía. Hago lo propio de un intruso, doy una mirada por la habitación. Hay un canasto artesanal donde deja la ropa que se quita, es el mismo que le regalé cuando fuimos a Boyacá. Sobre el canasto hay un calzón. ¿Es nuevo?, no recuerdo habérselo visto, tal vez se lo dio quien ahora la acompaña por el parque Tayrona en estas tediosas vacaciones. Los peces neón siguen en su actitud de indiferencia. Voy al canasto de fique. Tomo la tanguita, la llevo a la nariz: huele a ella, es un olor almizclado. Tengo una erección. Recobro la  calma cuando abro los ojos, los peces sin poder contraer sus pupilas me miran. No puedo pedirles discreción porque yo no la he tenido.

sábado, 3 de septiembre de 2022

Sin efecto



Esa mañana Felipe DeBrigard después de tener conciencia de mucho y control de nada sobre su vida, se llevó el arma a la sien. Tras aquel infortunio, sus detractores lo ridiculizaron por su falta de puntería.

lunes, 29 de agosto de 2022

Oráculo



Cuando se abran las cataratas del cielo un día festivo Scheghad estará solo, íntegramente solo, pero abierto a todo, así no llegue un ladrón y nadie llame a su puerta ni tan siquiera el delirante de siempre de aquellas calles silenciosas, o las aves que discrepan con él cuando todo le  parece perdido. Scheghad estará solo, incluso cuando no comprenda cómo seguir viviendo envuelto en un cuerpo etéreo, o cuando se pregunte cómo no vivir puesto que tiene un cuerpo sin saberlo. Cuando llueva un día feriado y no sea más el que no es, Scheghad verá un querubín descender, pues es el único que sabe que hay encima de él, y que hay debajo del maligno. Solo entonces hombre y oráculo podrán evitarse.

domingo, 21 de agosto de 2022

Las niguas



Un comando de niguas dotadas de cabezas grandes y vientres angulares, emboscó a Gulliver cuando exhausto cayó sobre un alto pastizal. Fue un ataque combinado alrededor de la cintura, los tobillos y los pliegues cálidos de los pies. Pronto, las niguas ahincaron con sus garras las carnosidades y la epidermis de las uñas de las largas extremidades inferiores del conocido náufrago. Le inocularon baba hasta desleír la piel para absorberla como espléndido alimento. Ante la picazón intensa, la piel del viajero pasó de un color rojo a un tono morado que, luego, se le ennegreció. Al sufrimiento generalizado, se sumaron las huestes de la ansiedad y el horror que le produjeron al viajero un ataque de risa que, a modo de reflejo fatal, nunca pudo contener.

domingo, 14 de agosto de 2022

Preceptos


 

Él fue una emoción que la encadenó a un sentimiento pasajero no correspondido.

Ciertos límites, muchas veces son una ilusión.

Si se ve real, y si te sientes real, ¿crees que importa el qué dirán?

La realidad siempre ha existido a pesar de la fachada.

Naufragio y puerto, dos opciones en el trayecto.

Toda ilusión óptica es una persona que conocemos.

Prefirió matar al fantasma que a su propia realidad.

domingo, 7 de agosto de 2022

En el principio

 


Al principio el universo era cerrado, solo se avizoraba por el tacto, se adulaba, y quizás se oía, pero ninguna criatura lo conocía. No había luminiscencia alguna, ni se percibía el color, ni las convenciones lejanas perceptibles. Luego, al abrirse el ojo en algún ancestro animal, los humanos alcanzaron estatura de titanes cuando asimilaron lo que veían al distinguirsen en el ojo en que se reflejaban. Fue entonces que, urgidos por reconocer el torrente circundante, con gozo y fascinación se pusieron a nombrar las cosas.  Ahora las miman, las acumulan y las llegan a envidiar al sentirse menos que ellas.

domingo, 31 de julio de 2022

Chek in

 

Danilito, para sus amigos, llegó con suficiente tiempo al área de migración para evitar el estrés que le causa el represamiento de vuelos, la demora en las requisas y las largas filas para entregar el equipaje.

Complacido por la implementación de un nuevo sistema de identificación a través de la mirada del viajero, Danilito, tras haber sido revisado su pasaporte, se dirigió a la zona de reconocimiento biométrico tarareando:

Afuera
Afuera tú no existes, solo adentro
Afuera

¡Oiga, señor!, ¿usted a dónde cree que va? —Le gritó la oficial de Migración. Pero Danilito no la escuchó, siguió cantando manteniendo la cabeza erguida en un intento por sacar pecho, mientras mantenía las manos entrelazadas detrás de la espalda, pero en realidad, la que sobresalía era su protuberancia abdominal:

Y uno cree que puede creer
Y tener todo el poder
Y de repente
No tienes nada

—¡Regrese! ¿Acaso no entiende que debe ir por este pasillo? —le dijo la oficial tomándolo con fuerza de un brazo.

Danilito, casi aturdido por el grito de la mujer, y sorprendido por su fuerza, solo atinó a quitarse las gafas oscuras para decir.

—¿Qué sucede?

—Usted no está autorizado para ir a ese sector. Regrese por donde se le indicó antes de que lo arreste por desacato de una orden.

—¿Desacato?, pero como así, solo voy a inscribirme para el reconocimiento biométrico. —le explicó Danielito molesto por el trato de la oficial—. Es mi derecho como migrante. —Agregó ofuscado. Pero la oficial de Migración lo miró de tal forma que Danilito sintió que lo fulminaba.

Danilito, se encaminó por dónde correspondía, sintiendo que todas las miradas caían sobre él, pero como si nada hubiera ocurrido, siguió adelante con su caminar ensayado y como el conocedor de todos los humores y hábitos, actitudes y maneras que cada viajero tiene con significado propio. Al final sonrío sabiendo que volvería a ingresar al país con tal solo una mirada.

viernes, 22 de julio de 2022

Espíritus del viento

No importó

qué parte del tiempo
prosiguió
o se detuvo

ni a cuántos pies

de altura volamos

el mismo vuelo

 

ni qué tanto fue rutilante

el sol sobre aquel pájaro

mecánico

 

solo vimos deslizarse sobre él
sus brillos,
sus destellos de oro
nácar
nube

 

Ninguno de los dos

habíamos

elevado alto

la copa de la vida

 

Vimos cómo en el océano del cielo
nuestras
palabras
encendieron en silencio
nuestros labios

 

Si importó 


—que no hubo horizonte

capaz de ennegrecer la noche

de nuestros 

sueños—


Ya fuera del tiempo
tan

solo 

seguimos 

nuestros pasos




























sábado, 9 de julio de 2022

Tan solo un grito se escuchó

 

Aunque sus manos temblaron, Teresa Carter con un movimiento lento apuntó. Fue un acto reflejo el suyo cuando inclinó la cabeza hacia atrás y abrió los ojos el doble de su tamaño. No pensó en nada, solo su pulgar y dos primeros dedos entraron en acción. El impacto fue certero, aunque por su tamaño y forma amorfa perdió estabilidad. Tras la rápida e inadvertida refracción del agua y del aire, solo se escuchó el grito causado por el ardor de las gotas lubricantes en su ojo sentido.

lunes, 4 de julio de 2022

Suicida


Esa soleada mañana, después de repasar el sin sentido de su vida, Felipe De Brigard se colocó la pistola en el hueso parietal, no obstante, una pregunta lo hizo desistir.

¿Pagué la factura del teléfono? Con la intención de dejar todo al día fue a verificar si la obligación tenía sello de «Cancelado».

Una vez regresó, tomó el arma en su temblorosa mano y cerró los ojos, apuntó a su cabeza, mas una pregunta se interpuso en su nueva intención.

¿Le puse la comida a los turpiales? Fustigado por una voz maternal que resonó en su mente, subió a la terraza y confirmó el deber cumplido.

Regresó a su aposento, y después de tomarse el último trago de güisqui, puso el arma en su parietal derecho, pero el frío del arma lo estremeció hasta los pies, tanto como un nuevo interrogante.

¿Cargué la pistola? Buscó la respuesta entre los retratos de sus extintos parientes, sin embargo, ante lo adusto de sus rostros, sus ojos se posaron en la semiautomática buscando una afirmación.

Felipe De Brigard, en pijama de seda y pantuflas forradas con peluche, sintió que un escalofrío se apoderó de él, aun así, cerró los ojos y tiró del gatillo.

—Clic, clic.

Loco de felicidad, salió corriendo de casa,  atravesó la congestionada avenida de Los Cauchos. Besó a su exsuegra, abrazó al cura que siempre lo sermoneó por exceso de pesimismo. Le dio en la frente un sonoro beso al usurero de Ramón. Gesticuló, quiso articular algo porque, al fin y al cabo, ese tampoco no era el día para morir.