Prefiero libros antiguos, con hojas besadas por el tiempo y desgastadas por el tacto de
otras manos. Los busco con marcas de grafito y tinta china. Con dedicatorias
al principio, que tengan flores marchitas entre páginas y recuerdos
olvidados. Todos con olor a papel viejo... Todos de indudable importancia y con el innegable derecho a tener en sus páginas un fantasma.