viernes, 30 de julio de 2021

Campanas

                                       


Las campanas de las iglesias hemos sido la destilación rápida de los sucesos producidos en una comunidad. Un campanario somos varias campanas, cada una con su tono y timbre característico. Por eso, por la forma de tocarnos, la gente se prepara para gemir o para suspirar. Lo cierto es que esos toques se logran con un ritmo diferente, con el sonido de una sola de nosotras o combinando nuestro toque con la resonancia de otras. Existe, por ejemplo, un toque advirtiendo el arribo sombrío de la muerte. Un toque muy rápido anuncia el inminente peligro y la necesidad de defenderse o de protegerse. Otro toque de campana puede anunciar un incendio, y así sucesivamente. El toque conocido como «vuelo de campana» consiste en tocar todas las campañas al mismo tiempo que se varía con los badajos sueltos, de modo que, volamos libres sin que nadie nos sujete o domine nuestros badajos al imprimirle ritmo. Este toque se utiliza para anunciar grandes victorias o acontecimientos de absoluto júbilo. Pero como en aquel pueblo nunca hubo un campanero que cumpliera la noble función de hacernos repicar, ese era un pueblo sin historia.  

sábado, 24 de julio de 2021

Il carnavale

                                 


Antonella salió a pasear por la amplia Piazza San Marco con la intención de unirse a la celebración de la Fiesta de las Marías. Aquella noche ninguna mujer se le podría comparar en belleza y elegancia. Lucía un traje de seda oscuro, una máscara plateada y un sombrero de tres puntas. Pronto, se vio desfilando junto a las demás venecianas que brillaban como estrellas.

Sin saberlo, Antonella era seguida de cerca por un hombre disfrazado de Mattaccino, que ocultaba su rostro debajo de un sombrero de vistosas plumas. En medio de aquella multitud, Antonella abrevió el trayecto al cruzar el Ponte di Rialto para seguir de cerca aquel festival barroco en las animadas callejuelas venecianas.

A la altura del Ponte dei Sospiri descubrió al juerguista a su lado, quien soltando una risotada le antepuso una máscara dorada robándole su bello rostro y su identidad.

viernes, 16 de julio de 2021

La Gaia

 


La Tierra es representada algunas veces por una figura de mujer sentada en una roca; los modernos la alegorizan con los rasgos de una matrona venerable sentada en un globo. En un cuadro de Lebrón está personificada por una mujer que hace brotar leche de sus pechos al mismo tiempo que deja caer su manto, del que sale una bandada de pájaros que se dispersan en el aire. Son los suspiros de aquellas mujeres por la inexplicable desaparición de sus hijos de los que nadie le da razón.

 

viernes, 9 de julio de 2021

A la hora del sol

 

El hombrecillo extrajo algo del bolsillo secreto de su pantalón. Era un billete plegado en cuartos. Lo desdobló y lo aplanó sobre la mesa. Al mirarlo, se alegró de tenerlo guardado, aunque olvidado.

Fue precisamente al finalizar aquella formalidad, cuando el reloj de pared soltó de golpe un pájaro que liberó un canto de dos notas, una aguda y otra grave. Del sobresalto, el hombrecillo articuló una palabra cerril haciendo añicos el billete que arrojó bajo la mesa del comedor.

Como medida de seguridad, el guardián le dio cuerda al hombrecillo con  la llave que mantiene incrustada en la espalda, mientras que al desplumado pájaro le ordenó cerrar los ojos y volver impávido a su celda.

jueves, 1 de julio de 2021

El museo de las formas cambiantes

 


En una galería de arte que ya nadie visitaba, el destino armó su trama al anudar en un punto algunos hilos sueltos. Todo lo inició Luis XI, apodado el Prudente y también la Araña, cuando empezó a entrelazar sus intrigas no solo para reducir la monotonía en condición de obras de arte, sino en congelado perjuicio de quienes le acompañaban siendo parte de la patética exposición sobre reyes y nobles de reconocida fealdad. Esta vez el Prudente escogió como víctima de su burla al duque Federico de Montefeltro por su perdido ojo derecho, la nariz ganchuda, la mirada tuerta y aquella cicatriz que afeaban su rostro. El condotiero, por aquella burla que hacía eco en el gran salón, le replicó: soy tu hazmerreír en este palacete; pero, lo que no sabes es que tú lo eres de los que mejor te conocen.