Una carta
proveniente de Colombia la andaba buscando en manos de un cartero. Una anciana le
respondió al repartidor: «Cómo no, sí, sí, Carmen Marina, una mujer enferma y
casi ciega, creo que era del Valle o algo así, que vivió allá, en la que su
familia decía ser la casa materna; allá en la dieciséis, de gran portón y
amplio zaguán, nadie sabe la suerte de esa mujer después de que se encontró
allá en la frontera con su hija. Muchos creen que sentirse despreciada por
ella, la llevó a desaparecer más que el hecho mismo de haber abandonado hace
tiempo a sus hijos…».