—¿Quién soy? Estoy tratando de averiguarlo —se respondió Borges.
—Nada hay de serio en eso, y menos, en el destino humano —dijo burlón Shakespeare.
—¡Oigan! No olviden que somos arquitectos de nuestro propio destino —les recordó Einstein.
—¡Bah, lo que deba ser, será! —gritó, Esquilo de Eleusis.
—Cuando logren saber quiénes son, lograrán ser diferentes —dijo una voz popular.