Cada mañana, nadie sabe desde cuándo,
este guachimán se pavonea cuando sale a caminar. Con su quiquiriquí particular,
anda por el centro de la calle, y de vez en cuando, inspecciona los
antejardines hasta dar la vuelta por el barrio. Don gallo, a secas, porque no
tiene otro mote, ni parece tener dueño, pues nadie lo reclama ni trata de
encausarlo hacia su corral.
Como dije, en su recorrido nada silencioso, pues se anuncia despertando a los que aún están dormidos con un sonido continuado y melodioso; canto con que opaca, si es que los deja escuchar, a los sonidos estridentes de algunos insectos, como los saltamontes, los grillos y las cigarras. Ninguno de éstos le teme, eso sería lo normal, pero, don gallo es muy particular, es toda una excentricidad, pues en lugar de picotearlos, ignora aquella concurrencia apostada a lado y lado para verlo pasar. No le hacen la venia, porque eso sí sería fatal en estos tiempos de tanto virulento suelto por acá.
Como dije, en su recorrido nada silencioso, pues se anuncia despertando a los que aún están dormidos con un sonido continuado y melodioso; canto con que opaca, si es que los deja escuchar, a los sonidos estridentes de algunos insectos, como los saltamontes, los grillos y las cigarras. Ninguno de éstos le teme, eso sería lo normal, pero, don gallo es muy particular, es toda una excentricidad, pues en lugar de picotearlos, ignora aquella concurrencia apostada a lado y lado para verlo pasar. No le hacen la venia, porque eso sí sería fatal en estos tiempos de tanto virulento suelto por acá.
Hay días
que don gallo, tiene días de lunático, pues sale hacer su
recorrido matinal sin fijarse en sus plumas rebeldes, que a su paso, dejan la sensación de tener su plumaje achilado gracias a un intruso que busca
dejarlo en vergüenza dentro del corral. Pero él, como todo gallo caripambo, no digo que,
como buen gallo, porque asegurarlo sería el vil mentir, busca de todas maneras salir
adelante sin ningún achante, porque para él, no hay muchacha que se resista a correr adelante
cuando el vanidoso sin más ni más busca admirar sus piernas, pues la hay delicadas,
compasivas, morenas, blancas, velludas, rellenitas, delgadas, musculosas, muy
juntas, por tocarse en los tornillos, o separadas, al palparse arriba de los
muslos. De eso sí sabe don gallo, como del recorrer las calles todavía
sombreadas y perfumadas por el nuevo amanecer.
Ya basta de decir, aunque bueno es contar de don gallo cuando sale a chicanear, para liberar sus buenos y malos hábitos, sin importarle el qué dirán.
Ya basta de decir, aunque bueno es contar de don gallo cuando sale a chicanear, para liberar sus buenos y malos hábitos, sin importarle el qué dirán.
(Como no se trata de cualquier gallo, y más si es verdadero, me comprometo a tomarle una selfie al verdadero gallo, que suele rondar mi calle sin temor a que le echen mano, o tal vez no lo hagan por viejo y cariseco).
Del Diccionario de colombianismos, editado por el Instituto Caro y Cuervo, hemos extraídos los siguientes sustantivos: achilado, bullaranga, guachimán, caipambo, chicanear.