Jack invitó a su fiesta de
Halloween a Sally. La pequeña rubia lo pensó mucho, pues había dejado de hablarle por todas sus perversidades
contra ella. De Jack, siempre se escucharon varias historias, todas coincidían en
un encuentro suyo con el mismísimo Diablo que prometió no llevarse su alma para
no correr riesgo alguno por sus diabluras.
La noche de la fiesta, los
convidados después de desplazarse por la alfombra negra, fueron asentidos por
Jack en la entrada del palacete, pese a llevar puestos sus horripilantes
disfraces. Faltaba Sally, pero no era extraño porque a toda parte llegaba
tarde.
Una hora antes de la fiesta, y sin
haberse puesto su exclusivo disfraz, Jack se acordó de leer el número especial
de la revista Variedades. Fue cuando apareció un vaporoso manto avanzando en el
aire, seguido de un extraño gemido. Avanzó hacia Jack que, con una expresión de
horror en el rostro, comenzó a temblar. Por primera vez sintió físico miedo al
escuchar una voz cortante y fría: «Jack, hoy es el día de los muertooos…». El
travieso muchacho ahogó un grito cuando se vio así mismo en una fotografía bajo
un titular: «Aparece muerto un menor en extrañas circunstancias».