sábado, 26 de octubre de 2019

Por fuera y por dentro


Él, bebe ensimismado la copa enardecida de brandy en la intimidad de su casa.

Afuera, y cerca de allí, una muchacha pasa junto a las deslumbrantes luces de neón que palpitan como su corazón. Las gotas de la noche comienzan a caer sobre sus negros cabellos, mientras sus senos se agitan por su sostenido andar. 

Solo la brisa salta entre los edificios grisáceos de la ciudad. 

A ambos, los recuerdos y las imágenes comunes les erizan la piel. 

sábado, 19 de octubre de 2019

Feria Internacional del Libro de Cali

Presentación del libro "Uno de mi calle me ha dicho".
Universidad del Valle (Sede Buga)

“De muchas ideas nuestras no nos habríamos enterado jamás, si no hubiésemos sostenido largas conversaciones con los otros.”
Noel Clarasó Daudí














sábado, 12 de octubre de 2019

Entre mareas y vientos indescifrables

Pinterest
Cuando todavía soñaba, tomó papel y lápiz y dibujó un fastuoso castillo. Con los años aquella joya medieval seguía entre sus más puros recuerdos, pero en la vida real, solo era un errático alcázar de arena.

sábado, 5 de octubre de 2019

El gesto

Google

Diógenes conducía cuando ya oscurecía. A cierta distancia las reiteradas señales de una mujer llamaron su atención. Se detuvo. Con agitación, le pidió que la acercara al poblado lo antes posible. Él quiso negarse en principio, pero dadas las circunstancias aceptó, al juzgar que algo urgente tenía que hacer quien desde un “Súbase” era su acompañante. En cuestión de minutos habían atravesado la arboleda que antecedía al pueblo. “No, no puede ser”, gritó la desconocida.  “Pare, pare”. Ante la imperativa voz, el hombre se detuvo justo al lado de la inspección de policía. Sin esperar, la mujer se bajó del vehículo gritando: “Ese hombre es al que están buscando ustedes”. Los policías miraron con escepticismo al hombre primero, y luego, uno de ellos se dirigió a la denunciante. “¿Por qué habríamos de detenerlo? ¿Acaso lo acusa de algo?” Perturbada, la mujer respondió que había una evidencia de lo que ella decía dentro del automóvil. “Miren, aquí está la prueba de que él es el descuartizador que señalan los periódicos. Incrédulos, los uniformados se cercioraron de cuanto decía la arriesgada mujer, pero tan sólo encontraron un dedo medio levantado como gesto fálico que colgaba debajo del espejo retrovisor del carro.