sábado, 25 de septiembre de 2021

Signos vitales

 


Siempre llego con la respiración entrecortada. Al principio consideré que era por la expectativa de encontrarla en franca de recuperación; pero he terminado por creer que es por causa del tapaboca que llevo puesto. Me acerco a ella y le hablo de quien soy y de que es hora de volver a casa, pero persiste en estar bajo sedantes para aliviar lo tóxico de su estilo de vida. Con los días, los pronósticos médicos todavía no señalan un camino. Solo hay que saber esperar las consecuencias a falta de premios y castigos en sus manos blancas.

Quien me habla de ella en forma de ondas, es el registro general de las acciones de su inmovilizado cuerpo: La frecuencia respiratoria que no coincide con eso de que los sentimientos vienen y van, como las nubes en el cielo. Su presión arterial, permanece lejos de transformar el carbón en diamante; la temperatura por si su cuerpo hierve a la temperatura adecuada y el pulso para saber si se aleja o se acerca al más allá.

domingo, 19 de septiembre de 2021

Fuera de combate


Los dos luchadores se sujetan de las manos como si fueran garfios. El combate hasta ese momento favorece al resuelto peleador indio, quien desde el inicio salió a la defensiva. Por momentos, sus fuertes brazos atenazados inmovilizan al kazajo. Lo lleva casi a la demarcación color naranja de la colchoneta. Queda poco menos de un minuto. El duelo se intensifica con el despliegue rápido de la variante Suplex con la que se pretende derribar al oponente. Corren los segundos, el kazajo con un amarre incorrecto de la cabeza rehúye de su oponente, pero este suma puntos con movimientos técnicos precisos. Quedan cinco segundos, la victoria del indio parece inminente por su destreza técnica. Una llave suya traslada el cuerpo de su oponente a través de su espalda y cadera hasta casi apartarlo del colchón llevándolo a la posición de peligro. Quedan tres segundos para terminar el combate. El luchador kazajo continúa apoyado en las rodillas y las manos sobre el colchón lindante a la zona de riesgo. Parece no poder hacer nada para contrarrestar el ataque enemigo. El indio hace un último esfuerzo, sujeta como puede el cuerpo de su oponente, presiona con un preciso agarre de candado con ambas manos contra su pecho y las une entre sí. No hay duda, el indio pronto levantará los brazos en señal de victoria. Pero, unos hábiles dedos, que parecen en el ángulo superior izquierdo del televisor pantalla plana detienen el conteo oficial. El entrenador kazajo sonríe en forma socarrona y le ordena a su pupilo contraatacar. Con una Doble Nelson, el kazajo lleva a su oponente a la inminente Posición de peligro al romper el ángulo de 90 grados de su espalda con respecto al colchón. Termina el combate, el luchador indio pierde por total desconcierto.

lunes, 13 de septiembre de 2021

Cierto día amaneció llena de palabras

 

Cuando la bisabuela Adelina falleció, los parientes y los vecinos más allegados se dispusieron ayudar con los preparativos del sepelio. Los parientes que vinieron de Cauca durmieron esa noche juntos en el aposento más grande y ventilado de la casa materna. Séfora, la hija mayor de la fallecida, quien había sido repudiada por la familia del hombre con quien se casó por estar loca, se encontraba también entre los visitantes. Como en aquel tiempo se consideraba de mal agüero dejar que se extinguiera el fuego que ardía en el fogón de leña, durante el velorio, la abuela Sabina y su hija menor permanecieron levantadas para estar pendientes del fuego. La anciana dejó algunos trozos de leña a su alcance para atizar el fogón. De repente, escucharon el sonido de unas pisadas en la puerta que da al patio. La abuela Sabina fue a mirar y se encontró con su mamá recién fallecida. La reconoció por su blusa de mangas cortas bombachas y por la falda larga que la centenaria morena arrastraba por su baja estatura. Ver a su mamá era como poner los ojos en una muñequita de barro llevando siempre sobre sus angostos hombros el inconfundible chal bordado en bolillo.

Justamente antes de que la señora Sabina pudiera soltar un ¡Ah!, de sorpresa, la anciana pasó por delante del fogón, junto al cual se hallaban sentadas las dos mujeres, rozando algunos maderos con su chal. Las astillas de leña se balancearon vacilantes de un lado al otro, como si alguien en persona las hubiera tocado. La abuela Sabina, que era una persona muy tranquila, se volteó y vio hacia donde había seguido su mamá Adelina. La difunta se había detenido en el umbral de la puerta del aposento donde estaban durmiendo todos sus parientes; fue entonces cuando se oyó la voz de Séfora, la hija loca, clamando:

―¡Madre, venga acuéstese aquí mi lado! 

Quienes todavía dormían se despertaron al escuchar a la bisabuela exclamar:

—¡Despierten, su sueño se ha convertido en realidad!

sábado, 4 de septiembre de 2021

Dile

 


Tú dile a Martínez que yo le mando a decir que lea los cuentos, mientras hago lo mismo con los que me compartió, y que apalabre a todos los dioses como jurado o a quien le parezca, que después le explico, pues no estoy seguro de si escribí lo que quería.