sábado, 28 de junio de 2025

Petición silenciosa

 


Hazme el amor, le pidió Rita, y el vaho de su deseo, casi visible, humedeció su sexo, una promesa de lo que anhelaba. «Chico» la miró, un abismo de deseo en sus propios ojos, mientras el aire entre los dos se volvía denso con la expectativa.

Hazme el amor..., repitió María, apenas un murmullo que se perdió en la quietud de la habitación. Por la excitación que la embargaba, su propia mano se aventuró, temblorosa, buscando su piel con una urgencia que no podía contener. La caricia en sus muslos fue lenta y ascendente, despertando un gemido que brotó de su garganta, crudo y dulce a la vez. Ese sonido inundó sus propios oídos, ahogando el mundo exterior, mientras su mirada se fijaba en «Chico», que permanecía inmóvil en el umbral, una sombra distante, observando el despliegue de su propio anhelo sin un solo movimiento. El deseo, inmenso y no correspondido, vibraba en el espacio que los separaba.

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