lunes, 29 de agosto de 2022

Oráculo



Cuando se abran las cataratas del cielo un día festivo Scheghad estará solo, íntegramente solo, pero abierto a todo, así no llegue un ladrón y nadie llame a su puerta ni tan siquiera el delirante de siempre de aquellas calles silenciosas, o las aves que discrepan con él cuando todo le  parece perdido. Scheghad estará solo, incluso cuando no comprenda cómo seguir viviendo envuelto en un cuerpo etéreo, o cuando se pregunte cómo no vivir puesto que tiene un cuerpo sin saberlo. Cuando llueva un día feriado y no sea más el que no es, Scheghad verá un querubín descender, pues es el único que sabe que hay encima de él, y que hay debajo del maligno. Solo entonces hombre y oráculo podrán evitarse.

domingo, 21 de agosto de 2022

Las niguas



Un comando de niguas dotadas de cabezas grandes y vientres angulares, emboscó a Gulliver cuando exhausto cayó sobre un alto pastizal. Fue un ataque combinado alrededor de la cintura, los tobillos y los pliegues cálidos de los pies. Pronto, las niguas ahincaron con sus garras las carnosidades y la epidermis de las uñas de las largas extremidades inferiores del conocido náufrago. Le inocularon baba hasta desleír la piel para absorberla como espléndido alimento. Ante la picazón intensa, la piel del viajero pasó de un color rojo a un tono morado que, luego, se le ennegreció. Al sufrimiento generalizado, se sumaron las huestes de la ansiedad y el horror que le produjeron al viajero un ataque de risa que, a modo de reflejo fatal, nunca pudo contener.

domingo, 14 de agosto de 2022

Preceptos


 

Él fue una emoción que la encadenó a un sentimiento pasajero no correspondido.

Ciertos límites, muchas veces son una ilusión.

Si se ve real, y si te sientes real, ¿crees que importa el qué dirán?

La realidad siempre ha existido a pesar de la fachada.

Naufragio y puerto, dos opciones en el trayecto.

Toda ilusión óptica es una persona que conocemos.

Prefirió matar al fantasma que a su propia realidad.

domingo, 7 de agosto de 2022

En el principio

 


Al principio el universo era cerrado, solo se avizoraba por el tacto, se adulaba, y quizás se oía, pero ninguna criatura lo conocía. No había luminiscencia alguna, ni se percibía el color, ni las convenciones lejanas perceptibles. Luego, al abrirse el ojo en algún ancestro animal, los humanos alcanzaron estatura de titanes cuando asimilaron lo que veían al distinguirsen en el ojo en que se reflejaban. Fue entonces que, urgidos por reconocer el torrente circundante, con gozo y fascinación se pusieron a nombrar las cosas.  Ahora las miman, las acumulan y las llegan a envidiar al sentirse menos que ellas.