sábado, 30 de abril de 2022

Ilusiones


                                


—¡Hola!

—Hola… Creo que me he equivocado porque el otro día hablé con una señora por teléfono acerca del…

—Alquiler.

—Sí, exacto.

—Eso fue con la dueña…

—Ya veo.

—Ajá, ella salió de viaje. Yo estoy a cargo mientras ella regresa. Pero si quieres ver el apartaestudio solo tienes que seguir.

—Muy formal de tu parte.

—Sigue, sigue.

—Gracias.

—Esta es la salita, la cocineta, el baño…

—Me parecen muy bien.

—Aquí está la habitación. Solo que habría que retirar algunas cosas mías como la lámpara y aquellas litografías de Eric Clapton, Tracy Chapman y de Albert Camus siempre incapaz de exhibir su cigarrillo. Lo demás se queda.

—¿Incluyendo aquel tubo?

—¿Cuál tubo?

—El que creo que está colocado para la cortina.

—¡Ah, sí! Desde luego que no me lo llevo.

—Bien, me parece que todo está bien. Me gusta.

—De verdad que es el apartaestudio ideal si quieres estar cerca de todo. Yo me regresara, pero no puedo por cuestiones de trabajo. De plata, inclusive. La dueña en cambio, vive viajando: CDMX, Cancún, Salamanca… ¿Comprendes? Pero dime, ¿Eres de por aquí? ¿conocías Los Guaduales?

—¿Los Guaduales? No, vine por recomendación de un amigo cuando le pregunté por un lugar para vivir. Pero lo que estoy viendo, me gusta; quiero decir, me gustó.

—Pues date cuenta que Los Guaduales está a pocas cuadras de la Terminal donde puedes tomar el transporte articulado y en cuestión de minutos estarás en donde quieras ir.

El joven se vio entre muchos jóvenes esperando en bus de la Ruta E21.

—Por otra parte, de aquí puedes ir a la Unidad Deportiva donde podrás ejercitarte: trotar, montar en bici…

El muchacho se avistó trotando en la extensa zona verde y recreando la vista ante el pasar de un grupo de sonrientes muchachas.

—Si lo que deseas es irte a sentarte al aire libre saboreando un capuchino o si quieres ir a cine encontrarás la Cinemateca… Te recomiendo las películas de directores independientes.

El barbilampiño se descubrió comiendo crispetas mientras leía las carteleras del día.

—O si tienes que ir a un supermercado, Plaza Mayor te está esperando.

El joven se descubrió mirando con el rabillo del ojo los productos alimenticios bajos en grasas saturadas.

—Pero si lo que realmente te gusta es ir de compras de antigüedades, obras de arte, tomarte un café o degustar una deliciosa lulada o un buen champús, debes ir al barrio San Antonio del Cali Viejo que nunca se fue. En fin, todo está al alcance de tus posibilidades. En general, Los Guaduales es un lugar muy tranquilo… cerca de todo… Entonces, qué opinas del apartaestudio, del sector…

¿Me estás escuchando? ¿Estás como lejos de aquí?

—¡No; sí, sí, claro! Todo me parece perfecto. Solo tengo que pensarlo bien y te llamo. ¿Te parece?

—Sí, claro. Cómo gustes. Chao.

—Chao, gracias por todo.

El joven buscó la salida. Se sentía a gusto con el lugar. Pero le había dicho a la joven encargada que lo pensaría. Y en el acto así fue.

Caminó con ella en una ascendente calle del barrio San Antonio y fueron a tomándose un masato acompañado de un caliente pandebono. 

Mientras caminaba para salir del conjunto cerrado, le vinieron otras imagenes esta vez, montando en una bicicleta Monark antigua llevando a la joven sobre la barra. Al llegar a la recepción del conjunto cerrado, se vio robándole las palomitas de maíz a la muchacha, y ella, haciendo lo mismo entre risas al entrar a La Tertulia. Después se detuvo, porque la muchacha lo sujetó de un brazo para que la siguiera a Papaya, una tienda de ropa femenina, mientras él quería entrar a Julius. Las imágenes seguían reproduciéndose en su cabeza a ritmo acelerado junto a la joven, las retratos pasaban de dieciocho a treinta fotogramas por segundo: En el supermercado, en el bus articulado del MIO, en Macondo Café; en fin, por todos los lugares que confluían con el conjunto cerrado Los Guaduales. Es más, se vio dándole un suave y prolongado beso a la muchacha en el Parque de los Poetas.

Todas esas imágenes que pasaron por su cabeza se devolvieron cuando llamó a la puerta del apartaestudio. Esperó impaciente, por instantes sonriente.

—¡Hola!

—Hola. ¿Olvidaste algo?

—Que, que, quería saber si, si, si tienes novio.

—Sí, por supuesto que tengo novio —respondió la muchacha con cara de extrañeza.

—Ah, bueno. Eso quería saber.

La joven, sin comprender nada, cerró la puerta.

8 comentarios:

  1. Aunque la realidad es lo que acentúa todo el relato dibujado con los olores y colores de lugares de la Ciudad de México a través de su imaginario recorrido, es triste ser golpeado por la realidad de que no se podrá tener a aquella persona en específico. Un gusto leerte, saludos.

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    1. Agradezco tu paso por mi blog. El mundo real solo tiene una puerta abierta por donde entra el viento. No tiene un solo lugar como escenario. Saludos.

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  2. Me parece que no de queda el apartamento, que finalmente no llevaba inquilina incluida. Seguro que en un segundo repaso por los lugares que antes le parecian tan maravillosos, ya le pareceran tanto.
    Abrazo guillermo

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    1. Gabi, la intención de no engañar, a veces nos expone ante un desengaño.

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  3. Todo aquello que hacía deseable el apartaestudio, desapareció en un instante.
    Cosas de la imaginación.
    Saludos.

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  4. Pues se pierden los comentarios. Te decía que ya el sentido de alquilarlo...estaba eliminado :-)

    Un abrazo, amigo

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