Tomas un bus para ir al banco. Eres un extraño allí. Un cualquiera encargado de repartir los Estados de Cuenta. Eres un arrancado, te lo hacen saber con sus gestos, con su indiferencia cuando les hablas, con sus modales; ellas con sus cirugías estéticas y esos manes con su metrosexualidad. Eres un pobre güevón, que hace las veces de mesero en el bar donde ellos celebran sus éxitos cada quincena.
Fue un día como todos. Te duermes en el bus de regreso a tu pocilga. Despiertas. No puedes dormir con esa rabia que llevas dentro. Qué solo un enfermo hace eso, dice la prensa hablada al referirse a una masacre en una sucursal bancaria. Todo es un invento, lo sabes, te lo confirma la tibieza de la pistola entre tus ropas.
Cuando un pobre hace algo contra los ricos siempre está enfermo, cuando un rico hace algo contra los pobres estaba cometiendo un error. Linda sociedad la que dejamos que forjaran.
ResponderBorrarSaludos,
J.
También nos lo advirtió don Pablo Neruda: El fuero para el gran ladrón, la cárcel para el que roba un pan.
BorrarSaludos.
Exageran con eso de las masacres :-). Muy bueno.
ResponderBorrarUn abrazo, amigo
Me haces recordar aquellos de "Exagerar y mentir, por un mismo camino suelen ir".
BorrarUn abrazo para ti.
Un ajuste de cuentas con su conciencia.
ResponderBorrarUn saludo.
Mi estimado Alfred, dicen que la conciencia es una condición del ser.
ResponderBorrarMi saludo dejo.
A veces te empujan a cruzar la raya, y tu la cruzas en un instante, y la cagaste para siempre.
ResponderBorrarSaludoss guillermo
Este relato puede verse desde otro punto de vista. Y la conclusión sería, cuidado con los resentidos.
ResponderBorrarEs problemático cuando se pasa del estilo pasivo al estilo agresivo. Y con violencia letal.
Bien contado.