El hombrecillo
extrajo algo del bolsillo secreto de su pantalón. Era un billete plegado en
cuartos. Lo desdobló y lo aplanó sobre la mesa. Al mirarlo, se alegró de tenerlo
guardado, aunque olvidado.
Fue
precisamente al finalizar aquella formalidad, cuando el reloj de pared soltó de
golpe un pájaro que liberó un canto de dos notas, una aguda y otra grave. Del sobresalto,
el hombrecillo articuló una palabra cerril haciendo añicos el billete que arrojó bajo la mesa del comedor.
Como medida de seguridad, el guardián le dio cuerda al hombrecillo con la llave que mantiene incrustada en la espalda, mientras que al desplumado pájaro le ordenó cerrar los ojos y volver impávido a su celda.
Todo en orden.
ResponderBorrarSaludos.
Pues ese hombrecillo a cuerda, qué buena idea literaria.
ResponderBorrarUn abrazo, amigo
Y todo continuó como debía ser.
ResponderBorrarSaludos,
J.
Boa noite. Texto lindo e incrível meu amigo. Bom início de semana e com muita saúde para você e sua família.
ResponderBorrarNo está de más añadir que a la hora del sol... ponerse crema protectora.
ResponderBorrarDentro de una tienda?
ResponderBorrarUn abrazo de anís.