sábado, 3 de agosto de 2019

Crudeza


Se llama Valentina, pero también podría ser Elena o María.

Ella, por considerar que soy un libre pensador, me confía una situación personal respecto de otra persona que por su forma de ser le resulta inmadura.

Tras asegurarse de mi absoluta confianza y discreción, pasa a hablarme con suma facilidad y desembarazo de su orfandad a temprana edad, de su intento de acabar con todo y de cómo por ser sola, otros sacaron provecho. Yo no soy la excepción, escribo esta historia mínima pero no puedo alcanzar su grado de crudeza.

14 comentarios:

  1. Ni madura la que juzga de inmadura a la otra. Ni discreto el personaje narrador.
    Un abrazo.

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  2. Es díficil meterse en situaciones ajenas.
    Conciso y brevemente lo explicaste.
    Un abrazo.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Un drama que intentas guardar con sutilezas.
    Te leo entre líneas y me llevo el argumento.

    Te dejo una maleta llena de abrazos,

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    1. Amigo, creo que percibiste que más allá de aquellas líneas hay algo más duro y más oscuro.
      Abrazos siendo palomitas de maíz.

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  5. Ni lo uno ni lo otro..., la misma mezcolanza son.
    Un abrazo.

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  6. Hola Guillermo, un relato discreto pero que encierra una angustiante historia. Un gusto leerte amigo. Saludos.

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    1. Sandra, muchas gracias por tu apreciación y por estar al tanto de mis ocurrencias.
      Un abrazo.

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  7. Las situaciones ajenas siempre son delicadas. Al final, una historia es una historia, y tal vez todos abusamos de esas confidencias, al escribir, por supuesto sin nombre, algunas de nuestras historias de la vida.

    Un abrazo desde lado del pantalla

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    1. Mary, coincido en todo contigo. Si bien me pidieron consejo como maestro que soy, lo escrito no alcanza a ser una historia, pero lo es al fin y al cabo.La reserva está garantizada, también mi impotencia para dejar algo entre líneas.
      ¡Ah, eso sí!, prefiero un abrazo desde la otra orilla del mar que desde el otro lado de la pantalla.

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  8. No hay caso, y por más que lo intentemos, la realidad siempre supera la mejor ficción posible.

    Saludos,

    J.

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  9. Así es José. Ante la realidad somos impotentes, por eso ficcionamos.
    Sañudos.

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  10. Las promesas de confidencialidad siempre tienen alguna fisura

    Un abrazo

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