Detuvo a
Kronos, circundó los espejos de agua. Dejó la idea del hogar y puso todo sonido
dentro del silencio. Desapareció en un arrebato lleno de prestancia. Al fin y
cabo, era Nadie.
Desde luego, no se necesita ser un mito o una leyenda para emprender un largo viaje lleno de aventuras favorables y adversas. Otro abrazo literario para ti.
Y lo seguirá siendo.
ResponderBorrarSaludos,
J.
El muy condenado. Saludos.
ResponderBorrarUna vez convertido en nada su entorno, Nadie se sintió a gusto.
ResponderBorrarSaludos.
Como el saber que existió. Saludos.
BorrarSiendo Nadie, desapareció para siempre.
ResponderBorrarUn abrazo.
Pero quedaron los Nadies, según Eduardo Galeano. Saludos.
ResponderBorrarParece la odisea de un ser humano cualquiera, común y corriente, pero olvidada y enterrada, como corresponde, por el tiempo. Va un abrazo, Guillermo.
ResponderBorrarDesde luego, no se necesita ser un mito o una leyenda para emprender un largo viaje lleno de aventuras favorables y adversas. Otro abrazo literario para ti.
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