Desde hace
varios años estoy sepultado en algún lugar de la selva, pero sigo vivo entre
los recuerdos de mi mujer. Siempre soñamos con ir al Norte porque allá se
alcanza lo imposible. Desde Guyana, llegamos al inhóspito Tapón del Darién. Fue
imposible cruzarlo a través de la trocha. Ya han pasado muchos meses y todavía no
conseguimos embarcarnos rumbo a Panamá por causa de la pandemia. La idea de llegar
a la Gran Manzana dejó de ser el objetivo central de nuestra aventura cuando ella
se marchó con un camerunés, sin sospechar que su negocio consistía en reclutar
mujeres.
Al menos estará distraída e irá a algún sitio para conocer mundo.
ResponderBorrarSaludos.
Nada como los pecadillos de otros para entretenerse. Saludos.
BorrarEl final es de vértigo, amigo.
ResponderBorrarUn abrazo.
El vértigo del mañana alineándose con el presente. Un abrazo grande para ti.
BorrarMe impactó este relato. He salido y vuelto varias veces sin saber qué comentar. No porque no sepa qué decir, sino porque me lleva a múltiples y diversas reflexiones.
ResponderBorrarUn abrazo
Estimada Alís, que sorpresa, tú por aquí. Un abrazo.
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