Yo no quería una
salida; a la derecha, a la izquierda, a donde fuera. No pretendía nada más,
señor juez. Pero el pasillo siguió multiplicándose, las puertas se abrían solas
y cada una llevaba al mismo lugar. Corrí hasta que me oí rendirme, y entonces
comprendí que el juicio había empezado mucho antes de llegar aquí.
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