domingo, 5 de julio de 2020

Eclipsada

La vasta ventana soportaba los rayos del sol, que la hacían sentirse esplendorosa y única como ninguna otra dentro de la parcelación campestre. Con el paso de las horas, del terso azul, fueron apareciendo negros presagios por el paso apremiante de densas nubes. Fue inevitable que aquella lumbrera dejara de captar la luz y de tener el interior iluminado de la villa. Gruesas gotas de agua lluvia cayeron con violencia sobre su cristal, centro de atención de los jardines ornamentales aledaños. La ventana a punto de desfallecer, se quiso asegurar de las paredes que la resguardaban, pero no logró hacerlo; por tanto, pensó que era inevitable ser objeto de las murmuraciones de las recelosas ventanas que, por mucho que lo intentaban, nunca podrían tener el ornamento que su creador le había conferido. En cuestión de segundos, se sintió sucia. Muchas ventanas, las más cercanas, convinieron que, por verse así, había perdido la capacidad de traslucir el mundo de afuera para sus dueños, pues desde hacía tiempo estaba manchada, víctima de un vaho que no era el suyo.


8 comentarios:

  1. Ole el onirismo. Me encanta que los objetos hablen y sientan.

    Por la ventana, sucia de vaho, pero de un vaho tal vez amigo. Un abrazo

    ResponderBorrar
  2. ¿Quién dejo ese vaho qué mancilló la ventana?
    La ventana se ve sucia y ya no quiere continuar.
    Espera ansiosa que venga su cuidador, con el paño de limpiar bien presto.
    Pues si no sus días se convertiran en aciagos e inútiles.
    Un abrazo.

    ResponderBorrar
  3. Tal parece que la apreciación desinteresada del reino de las cosas hace que el mundo que nos rodea cobre vida de un modo que no podemos comprender-

    ResponderBorrar
  4. Las necesidades se convierten en deseos.
    Saludos.

    ResponderBorrar
  5. Todo tiene un final..... no siempre iba a ser hermosa.....Saludos amigo Guillermo.

    ResponderBorrar
  6. Sentirse sucio, incluso estarlo, no anula lo que uno es, y sin embargo puede hacer que dejemos de verlo.

    Muy buen relato, bello en la forma, ingenioso por dar vida a un objeto y profundo en una lectura metafórica.

    Un abrazo grande

    ResponderBorrar
  7. Todos estamos sucios, y no siempre solo por fuera.

    Saludos,

    J.

    ResponderBorrar
  8. Triste que un objeto, cuyo objeto es no ser visto, solo lo podamos apreciar cuando la suciedad lo mancilla.
    Triste y hermoso
    Saludos

    ResponderBorrar