La vasta ventana soportaba
los rayos del sol, que la hacían sentirse esplendorosa y única como ninguna
otra dentro de la parcelación campestre. Con el paso de las horas, del terso
azul, fueron apareciendo negros presagios por el paso apremiante de densas
nubes. Fue inevitable que aquella lumbrera dejara de captar la luz y de tener
el interior iluminado de la villa. Gruesas gotas de agua lluvia cayeron con
violencia sobre su cristal, centro de atención de los jardines ornamentales aledaños.
La ventana a punto de desfallecer, se quiso asegurar de las paredes que la
resguardaban, pero no logró hacerlo; por tanto, pensó que era inevitable ser objeto
de las murmuraciones de las recelosas ventanas que, por mucho que lo
intentaban, nunca podrían tener el ornamento que su creador le había conferido.
En cuestión de segundos, se sintió sucia. Muchas ventanas, las más cercanas,
convinieron que, por verse así, había perdido la capacidad de traslucir el
mundo de afuera para sus dueños, pues desde hacía tiempo estaba manchada, víctima
de un vaho que no era el suyo.
domingo, 5 de julio de 2020
Eclipsada
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Ole el onirismo. Me encanta que los objetos hablen y sientan.
ResponderBorrarPor la ventana, sucia de vaho, pero de un vaho tal vez amigo. Un abrazo
¿Quién dejo ese vaho qué mancilló la ventana?
ResponderBorrarLa ventana se ve sucia y ya no quiere continuar.
Espera ansiosa que venga su cuidador, con el paño de limpiar bien presto.
Pues si no sus días se convertiran en aciagos e inútiles.
Un abrazo.
Tal parece que la apreciación desinteresada del reino de las cosas hace que el mundo que nos rodea cobre vida de un modo que no podemos comprender-
ResponderBorrarLas necesidades se convierten en deseos.
ResponderBorrarSaludos.
Todo tiene un final..... no siempre iba a ser hermosa.....Saludos amigo Guillermo.
ResponderBorrarSentirse sucio, incluso estarlo, no anula lo que uno es, y sin embargo puede hacer que dejemos de verlo.
ResponderBorrarMuy buen relato, bello en la forma, ingenioso por dar vida a un objeto y profundo en una lectura metafórica.
Un abrazo grande
Todos estamos sucios, y no siempre solo por fuera.
ResponderBorrarSaludos,
J.
Triste que un objeto, cuyo objeto es no ser visto, solo lo podamos apreciar cuando la suciedad lo mancilla.
ResponderBorrarTriste y hermoso
Saludos