Sin rumbo alguno, quiero decir sin ideas para escribir, me puse a husmear algunas páginas web de fotógrafos en busca de la esquiva inspiración. Apenas entre a la galería de imágenes de una página, me llamó poderosamente la atención una fotografía que, por su buen tamaño, visión y técnica, me permitió detenerme en sus detalles.
Esa imagen reveladora me impulsó de una buena vez a escribir lo que durante horas había sido imposible.
Sí, ahí estaba lo que necesitaba, solo que tenía una contundente advertencia acompañada de unos singulares ojos rojos: Ten cuidado o acabarás en mi cámara.
Guillermo, dime que sigues por ahí y que no acabaste en su cámara, por favor
ResponderBorrar;)
Un abrazo
¿Son tus últimas palabras?
ResponderBorrarUn abrazo.
No, las primeras que olvidé.
BorrarAbrazo va.
Por supuesto que estoy aquí y a la espera de tus amables comentarios.
ResponderBorrarUn abrazo.
Así es Julio David. No hay poder más humano el de escribir.
ResponderBorrarGracias, un abrazo también para vos.
Pues bienvenida su página web que nos inspira a asomarnos a unos ojos tan inquietantes.
ResponderBorrarEl fotógrafo, preparado, dispara. Un abrazo desde este lado del mar
Tarde me llegó tu advertencia...
ResponderBorrarSuerte a los demás,
J.
Qué pena, pero cada historia que escribo es un vasto sistema de alerta temprana. Ja, ja, ja
BorrarY ¿te acordaste de sonreír para el millón de fotos que te tomó cuando leíste la advertencia?
ResponderBorrarUn abrazo.
Sí, estimada Sara. sonreí en una para advertir a dieciséis seguidores. Una éres tú.
Borrarun abrazo.
Encontraste la inspiración, eso es lo bueno. Saludos Guillermo.
ResponderBorrarSiempre la he tenido, otra cosa es hacerme entender.
BorrarTe envío un abrazo certificado.