Cuando Molano, con las manos en los bolsillos y la jorobada nariz fría, escuchó la orden de "Alto", recordó que su abuelo le había contado que en su tiempo de soldado solían decir "Deténgase".
Y, mientras recordaba a su desaparecido abuelo, le pareció inconcebible que, a él, lo llamaran con el santo y seña equivocado.
Un hombre cansado de tanta persecución se presentó en la Estación Central gritando "Soy espía y quiero entregarme". Todos lo miraron de arriba a bajo, hasta que el director le preguntó:
— ¿Tiene alguna misión?
— ¡Sí!
— Pues, vaya hágala y no moleste a los que estamos trabajando.
Los gritos de las mujeres fueron silenciosos, porque usted no los escuchó, dijo el agente 1.
Nunca emprendo nada si no estoy seguro de que todo va a salir perfectamente, contestó el agente 2. Es más, si hubiera intervenido, se habrían empeorado más las cosas porque siempre se desmiente y se encubre, y yo, ya no estoy para eso.
Muy peculiares tus agentes. Y divertidos (los relatos más que ellos, jajaja). Seguro que están más cercanos a la realidad que los espías que vemos en las películas.
ResponderBorrarUn abrazo
Los tres son muy buenos. Eso de ser agente secreto puede ser muy extraño, hasta para el santo y seña-
ResponderBorrarUn abrazo
Sí amiga mía. Sobre todo con las características que tienen.
BorrarGracias por estar ahí en retro. Abrazos.
Los agentes siempre se mueven entre luces y sombras.
ResponderBorrarUn abrazo.
Ni más ni menos Alfred. Es más, se cubren con ellas.
BorrarTe dejo un abrazo.
Creo que un poco de humor negro hacía falta por aquí.
ResponderBorrarGracias, abrazos.
Buenísimos los tres. El del espía me ha hecho reír a carcajadas. eres muy bueno.
ResponderBorrarUN abrazo.
No hay mejor dicha que hacer reír a alguien.
ResponderBorrarAbrazos desde la distancia azul.
Hoy paso a leerte y me voy sonriendo. Saludos amigo.
ResponderBorrarMe alegra tu presencia y comentarios.
ResponderBorrarSaludos querida Sandra.
Los espías ya no son lo que eran, ya no son.
ResponderBorrarSaludos,
J.