Añasco.
Pueblo con registro de ser el más antiguo. 1536. 3.000 almas. Qué tiempos. Pero
el tiempo, ah, el tiempo. Implacable. Hoy, ¿cuántas? 78. Un susurro. Nada más
que un susurro. Fantasmas en la tierra.
La
tranquilidad… sí, eso era Añasco. Un sudario de calma. Hasta que… ¡Boom! Un
ruido. No un tiro. Un estruendo. Ángel Palau. En la calle principal. En
Callelarga. En la frente. ¿Un hoyo? Sí, un agujero limpio. 37 años. Tres días
agónico. Muerte. Un murmullo al principio, luego un grito: pasional. Crimen
pasional. Claro. Siempre es el corazón, ¿no? En un pueblo así, ¿qué más podría
ser?
Intercepción.
Calle polvorienta. Cincuenta metros de la estación de los Ferrocarriles
Nacionales. ¿La estación? Sí, la vieja estación, por donde el tren ya no pasa.
Obligado a arrodillarse. Disparo. ¡Pum! Humo. Aldemar Ríos. El primer nombre
que sale. ¿Su mujer? Sí, ella. Un romance. Secreto a voces. Todos sabían, o
creían saber. Pero nadie había visto nada. Extraño. Aldemar, tan tranquilo, no
un volcán. Confundido. Dolido. «¿Mi mujer? Es buena mujer.» Lo repetía como un
mantra, como si quisiera convencerse a sí mismo o a las nubes deshilachadas.
¿Quién le creyó? Nadie.
Y así nació.
«El pueblo de los perjuros». Una burla. Una herida. Un apodo que se pegó como
la tierra a los zapatos, parte de la inexplicable tradición, una mancha.
Pero la
verdad. Siempre la verdad. Un enredo, eso era. Palau. Una vida discreta, ¿quién
lo diría? Un secreto. Aldemar Ríos. El eterno mensajero en una Monark. Siempre
callado, siempre observando. Amigos. Sí, hace años. Juerga aquí o más allá. Un
desastre. Ríos estafó a Palau. Documentos. Recibos. Un cuaderno. Ángel había
guardado todo. Y ahora, ¿qué hacía? Insinuaba. Hablaría. ¿Por qué? Pobreza. El
silencio pesaba más que el dinero.
Ríos lo vio
todo. Palau y la mujer de Ríos. ¿Un romance? No. ¡Certificados a depósito fijo!
Ella los tasaba. Un negocio. Palau necesitaba plata. Y Ríos, astuto, vio la
oportunidad. Los rumores. Una chispa. Un chismorreo bien colocado. En la esquina,
en la plaza. En el bar Anarcos. Palau aquí, ella allá. La sombra de la
infidelidad, conveniente. Perfecta distracción.
Una noche de
marzo. El encuentro. No por amor. Por los certificados. Palau los llevaba. ¿Una
confrontación? Sí. Elías, desesperado. Un arma. Protección, decía. Pero salió.
Un impulso. El disparo. ¡Pum! Pánico. Y después, la mente fría. Los pagarés en el
suelo. Cerca del cuerpo. La coartada. La infidelidad, el velo perfecto.
¿Ausencia de Ríos? Un viaje de negocios, claro. Nadie sospechó. El pueblo ya
tenía su historia.
Un año
después. ¿Un cuaderno? Sí, un cuaderno viejo. Olvidado. La policía. Detallado.
Las anotaciones. Ríos. La estafa. Las amenazas. Todo. Y luego, el comisionista.
El que siempre paraba en Añasco. Ríos con un arma. Semanas antes. ¿Pacífico? No
tanto.
La verdad.
Lenta. Dolorosa. Aldemar Ríos. ¿Pero el apodo? Ahí quedó. Una marca al rojo
vivo. «El pueblo de los perjuros». La ironía cruel. Una mentira bien contada.
La oscuridad. No el amor. No el desengaño. Un negocio sucio. Y el verdadero
infiel... ¿quién fue? La verdad misma.
Siempre es posible aplicar aquellos de "pueblo chico, invierno grande".
ResponderBorrarSaludos,
J.
¿Cómo saber si la Tierra no es más que el infierno de otro planeta? se preguntaba Aldous Huxley. Saludos.
ResponderBorrarEl engaño engordando como un ave de corral, malévola.
ResponderBorrarSaludos.
Así parece, pues con el paso del tiempo se descubre todo. Saludos.
ResponderBorrarEs que lo de la estafa, para el que la sufre, también es pasional.
ResponderBorrarAbrazooo
Sin duda, la pasión es una de esas emociones presentes, con que se logra estremecer la vida de una persona. Saludo.
ResponderBorrarMe imagine un socavón al principio, en el centro, como el disparo mismo en el corazón. Trágico relato, bien narrado.
ResponderBorrarMe gusto leerlo.
Saludos.
Tal vez la Tierra sea un infierno en que morirse implique pasar a otro.
ResponderBorrarMe gustó el uso de oraciones unimembres.
Un asesinato en un pueblo con escasos habitantes.
El asesino fue delatado por unas anotaciones en un cuaderno viejo. Que buena resolución.
Saludos.
Qué te haya gustado, una buena noticia para mí. Saludos.
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