sábado, 7 de octubre de 2023

El extraño quinientos dos

 


Estaba a punto de subirme a un bus cuando escuché la voz detrás de mí que me decía: “Mejor espera al siguiente que está por llegar”. Busqué con la mirada a quien me habló, y solo vi a un anciano enfermizo que me extendía la mano con la intención de que le diera alguna moneda. Estaba segura que él no fue quien me habló.

Estaba con mucho azar porque aquella espera significaba llegar tarde. La impaciencia me comenzó a intranquilizar; para colmo, el anciano no me quitaba de encima aquella ,mirada suplicante que todo méndigo sabe poner para hacer que se apiaden de él y así lograr su propósito.

El viejo, tal vez leyendo en mi cara mi contrariedad, se me acercó diciéndome: “Señorita no pierda la calma”. Con mi rabia contenida sólo pude responder con una pregunta: “¿Acaso no se da cuenta lo que significa llegar tarde a alguna parte? El anciano un poco más confiado, se me acercó aún más diciéndome: Son las 5:02 de la mañana, ¿acaso no conoce la leyenda?

Con más rabia y con tono de reproche le pregunté que de qué me hablaba. El viejo se quedó un momento en silencio, luego miró a los lados como queriendo asegurarse de algo antes de responderme:

En aquel bus que pasó antes de que usted le hiciera la señal de pare, no iba nadie, es más, no era conducido por nadie. Por esa, y otras razones, la previeron de no abordar ese bus. Me hizo quedar muda lo que aquel desconocido me decía. Jamás imaginé que en estos tiempos todavía pasaran cosas absurdas, mejor dicho, fuera de todo entendimiento.

Tuve miedo, el terror se adueñó de mí cuando advertí que aquel anciano tenía los ojos abiertos; Ese intento de mirar suyo no correspondía a una mirada normal. Sus ojos me daban la impresión de desvío, era una mirada sin rumbo, de desvío sin duda alguna. Mi curiosidad fue mayor, así que le pedí me contara más de esa absurda historia, propia de un viejo fantasioso. 

Ya casi la oscuridad le da paso a la luz…, comenzó diciendo, luego se llevó una mano al bolsillo de la camisa color mugre y sacó algo y se lo llevó a la boca, juzgué que era un cigarrillo, pues acto seguido lo encendió. Al hacerlo, en la semi penumbra tan solo se dejó ver un punto rojo, casi azuloso.   

“Es el “bus maldito”, agregó, nunca lo abordes cuando lo veas venir, y menos a la hora en que suele pasar. Grábate este número 502, es su placa. Si lo abordas, me veré obligado a llevarte al más allá, hacia un lugar sin retorno. Hoy, estoy en mi día de descanso porque en el más allá también uno de cansa de la monotonía de lo eterno. Así que es tu día de suerte. Tan solo espera, ya pasará otro bus.”

Esto lo cuento ahora, lo que no puedo recordar es que pasó con ese viejo fantasioso, pues cuando abordé el siguiente bus, él se quedó allí parado, mirando, o tal vez, sintiendo su desvío mental. Era, sin duda, un loco, de esos que llegan a esta ciudad por voluntad propia o, en el peor de los casos, es uno de los tantos indigentes que, por camionados, descargan en las afueras para librarse de sus pestilencias.

Cada vez que cuento lo sucedido como una advertencia, los incrédulos se ríen de mí. No creen que lo que les cuento sea cierto. Que el bus 502 pasa puntual por mí y, el viejo, me invita a subir en su siniestro bus a cambio de una sucia moneda.

por María José Cárdenas Cañas

Colegio Académico de Buga, grado 7-3

11 comentarios:

  1. una o dos.
    Recuerda que el día quMsria José no se presente a clase debes denuuciarla a la policis indicándoles a qué bus y a qué hora, debes subirse psra encontrarla. Y no se te vaya a ocurrir hacerte el valiente.
    abrZooo,, Guillermo

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  2. Así que el viejo era Caronte.
    Y le advirtió a María José porque no quería tomarse el trabajo de llevarla, quería tener un día libre. Egoísta pero entendible. ¿Quién no querría un día libre, teniendo un trabajo mónotono?
    Bien contado. Saludos.

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  3. Bien por María José y si inventiva, una historia truculenta, bien urdida.

    Un abrazo.

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    1. Muchas gracias Don Alfred. Es una alegría más para la autora. Un abrazo.

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  4. Hay que tener mucho cuidado con el 502, qué miedo hace sentir la narrativa de María José, que merece muchas felicitaciones.
    Un abrazo doble.

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  5. Dicen por ahí que la vida nos coge desprevenidos y nos obliga a caminar hacia lo desconocido. Un abrazo grande para ti.

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  6. Brillante. Esta autora combina intriga, leyenda y prudencia. Ese mendigo loco tal vez era su ángel de la guarda.

    Muy bueno. Un abrazo

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  7. De acuerdo a lo que dices digamos que esas tres obras aristas literarias, tienen entre sí unidad argumental, de intención o de personajes. Muchas gracias por tu apunte. Saludo grande desde esta calurosa orilla del Pacífico colombiano.

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  8. Qué bueno que te haya afectado en forma positiva. Gracias por comentar. Saludos.

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