Voló encima de ella, igual que un ave rapaz, observándola en sus más secretos lugares. Ella, apenas un ave aprendiendo a volar, deseó en lo profundo de su ser que su cuerpo resultara vencido, a pesar de su gracia natural.
Se vio caer del sauce llorón contra un afilado puñal en la hierba. Gimió algo dulce, pero brutal. Un perfume de flores salvajes lo inundó todo. Fue cuando una garra, prensándola por el cuello y estrechándola toda contra él le puso su fuerza de fuego en la entrepierna y la elevó del suelo para salir huyendo, allá en la esquina de su despertar.
Un sueño tremendo. Las águilas acaban por cobrarse a sus presas.
ResponderBorrarUn abrazo
Solo se trata de entender las señales que la llevan a despertar.
ResponderBorrarMi saludo desde la esquina de este mundo.
Gavilan y Paloma. Saludos a la distancia amigo. Cuidate.
ResponderBorrarAlgo así.
BorrarMis saludos desde aquí.
Por algo es que dicen que pájaro que comió voló...
ResponderBorrarSaludos,
J.
¿Alguno quiere ser el que sale volando?
ResponderBorrarSaludos,
Guillermo.