¿Y cuándo
contraerás matrimonio con Mónica D.?, pregunta el anciano al tiempo que observa
a su contrincante con cierta nostalgia.
El
muchacho se sorprende al no poder recordar en qué instancia de la partida hizo
mención alguna de su prometida y de sus planes de casamiento ante aquel
desconocido. A lo mejor es por el efecto de las cervezas, piensa mientras mira primero a los ojos, después al rostro del apacible hombre.
Tengo
planeado hacerlo mañana en el Día del amor y la Amistad, y casarnos en
diciembre, como se acostumbra.
Sabes, no
debes hacer lo que los demás hacen, aconsejó el anciano antes de llevarse el
amargo sabor de la bebida. En especial, debes abstenerte de casarte con ella.
¿Usted
qué sabe?, preguntó el joven con evidente enojo.
Los dos
son demasiado jóvenes, se aburrirán muy pronto; además, no tienen nada en
común.
¿Acaso la
conoce?
No es
necesario distinguir a los demás para saberlo. El escucharte hablar y observar
tus gestos, tu modo de mover las piezas para jugar a las damas, lo dicen todo.
Ambos guardaron silencio, como si ya estuviera dicho todo entre los dos hombres
que, por las circunstancias comunes, comparten la misma mesa del establecimiento
atiborrado de turistas. Creo que necesitas más tiempo para madurar y tratar de
conocer a las mujeres, —agregó el curtido hombre sin mirar a su contendiente.
El joven
no sale de su asombro, aunque no le gusta que un extraño se tome atribuciones
que no le corresponden. Una parte de él rechaza las opiniones del anciano, y la
otra parte, las recibe agradecido. Tras varios movimientos el muchacho se
sorprende todavía más al tener un juego parecido al que hace el viejo. Pasan
los minutos y ante esa contraposición de estrategias y opiniones, el muchacho pierde
la oportunidad de hacer su mejor movimiento en diagonal a través de los cuadros
negros con intención de capturar las piezas de su adversario. Entonces es
cuando el anciano ejecuta la última jugada definiendo su victoria en forma
contundente.
Al buscar
la salida hacia el embarcadero, el anciano introduce una mano en el bolsillo
del raído pantalón de explorador y acciona un pequeño artefacto que lo conduce
a su habitación asignada en el asilo. Satisfecho, cerró los ojos y se vio
jugando contra el joven que había sido alguna vez, y decirse así mismo, lo que
nunca aceptó.
Un círculo bien cerrado.
ResponderBorrarBesos.
A nadie le gusta que se les señalen sus propios fracasos; pero a todos nos encanta señalar los de los demás...
ResponderBorrarSaludos,
J.
Esa es precisamente la forma circular de de todo lo que somos.
BorrarPor este 2019, gracias.
Un anciano jugador sabio, experiencias de la vida.... Feliz Año Nuevo amigo Guillermo. Te deseo lo mejor. Saludos-
ResponderBorrarSer y dejar de ser, para volver a ser.
BorrarPor este 2019 que culmina, gracias.
Perfecto círculo que se cierra. La sabiduría del anciano, fruto de la experiencia, iluminando, tal vez, unas decisiones juveniles.
ResponderBorrarUn buen relato. Te deseo una salida de año sensacional, y que el nuevo llegue con musas y risas. Un abrazo inmenso desde acá.
Una fase que se cierra, otra para comenzar.
BorrarReiterado saludo mientras brindo por seguir contando por nuestra amistad y, por supuesto, un venturoso 2020 de musas en prorsa y en verso.
En efecto, del círculo de la vida al círculo del amor.
ResponderBorrarpor este 2019, gracias.
La experiencia es la mejor maestra. Lástima (o no) que no aprendemos de los consejos de los que ya vivieron, sino de nuestra propia vida.
ResponderBorrarMe parece un relato con mucha ternura
Un abrazo grande
Coincidencialmente leí, palabras más, palabras menos que la experiencia no es lo que te sucede, sino lo que haces con lo que te sucede.
ResponderBorrarPor un año de mucha prosperidad para ti.
Gracias.