domingo, 5 de mayo de 2019

Gente de pocas palabras


Nunca pensó Faustino, de voz sórdida y sobresaliente papada, que aquella tarde de domingo llegara a tropezar a la vuelta del parque, engalanado con música de viento de papayeras, con una mujer venida de no sé dónde.

Ninguno de los dos reparó en el otro, a pesar de la cercanía que los alejaba. Sus miradas se encendieron, pero ninguno pudo hacer nada. Permanecieron así, mirándose tal vez buscando alguna señal de humanismo en sus caras.

Pasaron los mirones, de voces arrastradas o de rezo echado al viento. Sin saber qué hacer con sus manos vacías, dejaron que ellas hablaran para romper por algún lado con aquel absurdo encuentro sin un sonido, sin ninguna exclamación que les permitiera encaminarse a cada uno por su lado.

Solo un beso prolongado en el tiempo, hizo que por fin sus dedos se entrelazaran.

(Sobre un poema de mi amigo Alfred)

6 comentarios:

  1. Las palabras no son nada y de hecho, a veces, no son necesarias.
    SAludos.

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  2. Poco sirven las palabras en las esquinas de los encuentros. Las miradas y el silencio abriendo paso al largo beso.

    Muy buen post. Intriga hasta el final. Un abrazo y feliz día, por aquí soleado

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  3. En otras situaciones las palabras esquineras o, algunas de ellas, son determinantes. Recuerda mi cuento "Una vez, nada más" de mi libro "Uno de mi calle me ha dicho".

    Un caluroso abrazo.

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  4. A veces las palabras estropean estupendas situaciones.
    Un abrazo.

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  5. Alfred, pues eso fue lo que inferí cuando leí tu poema, sobre el cual no pedí permiso para hacer mi versión.

    Un abrazo.

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