Foto: elpais.com.co
Cuando sobre la selva y la pequeña Istmina
sofocante se había derramado un gris suave, una figura indefinida apoyada
contra una empalizada, silbaba y admiraba el halo de la luna sobre el techo de
hojas de palma. Pronto esa evocación amenizada con música y viche, el licor propio de todos
los jolgorios, fue interrumpida por la noticia de la desaparición de Arnoldo. Todos
los presentes pasaron de bailar cogidos de la mano un kilele y de tocar un
instrumento musical a recorrer el río Atrato en busca del hombre. Pasaron las horas y
no lo encontraron. Desde hace días anda con varios hombres de piel morena y de sonrisa
blanca.
Se avecina una tormenta. Y otra, para los que quedan.
ResponderBorrarToda búsqueda entraña, tarde o temprano, una salida. Saludos desde la distancia azul.
ResponderBorrar