Desde hace tiempo se alistó
en la etapa de la vejez. Entonces, ya se veían sobrevenir dramáticos cambios
que ni siquiera llegaban a tornarse en historias personales. Ni esperaban quedar escritos
en algún muro medianero. Es tarde para adaptarse a esas vicisitudes. Envejece
en un mundo que le parece cada vez más extraño. La nueva realidad moral de
estos aciagos tiempos lo ofende. Percibe el mundo como algo cada vez más ajeno
y tampoco se siente representado por la vulgaridad imperante. Lo peor de todo es
que como a todos los soñadores, su desencanto se instaló en su habitación con
ayuda de algunos de sus prejuicios.
Boa tarde e um ótimo sábado, com muita paz e saúde, meu querido amigo Guilhermo. Obrigado por sua visita e comentário.
ResponderBorrarEnvejecer no es sinínimo de decrepitud-.Pero ver cómo la moral hoy en día no cotiza, seguramente desmoraliza.
ResponderBorrarPrejuicios, cuantos menos mejor. Un abrazo, amigo.
Nada parece valer tanto como el dinero que pestañea a diario. Mi saludo de dejo.
Borrarde joven cuesta mucho cambiar y ya no te digo de viejo. Tampoco tiene mucho sentido cambiar porwue los otros cambien. vas quedando fuera de juego, pero bueno...
ResponderBorrarAlgunos parece que por su propio pie se acercan a la salida de emergencia
Abrazooo
Tal parece. Un abrazo amigo.
ResponderBorrarAlejandra Pizarnik consideró que es un privilegio no encajar en ningún lugar. Abrazo para vos.
ResponderBorrarEl desencanto gana cada día más fuerza...
ResponderBorrarSaludos,
J.
Pero tenemos que darnos una oportunidad. Saludos, G.
ResponderBorrarCon el mundo al revés, cada vez nos vamos aislando más.
ResponderBorrarUn saludo afectuoso.