Cuando lo
saludo, el hombre me mira con esa particular cara de bobo que le moldearon. Contalo, me dice. Ya llegó la factura
del gas, así que falta tu aporte de acuerdo al consumo de este mes. En la juega, vecino. En sus cuatro palabras
percibo una sombra atravesando su cerebro: ¿Cuánto
fue el consumo del mes pasado? La lectura anterior del consumo fue de 3112
m₃ y la actual es de 3099 m₃ ¿Ve, y por qué
tanto? Le explico que si bien, el consumo bajó, el valor del servicio de
gas aumentó. El tipo me mira, tiene la boca entre abierta, como si su materia
gris estuviera a punto de emanar por culpa del aliento a cebolla cruda. No hay una
respuesta. El hombre se agita en el mar de la duda, se muestra resignado como
el sol en un mismo lugar, así que opta por limpiar con un trapo el tablero de
instrumentos de su moto. Le aplica al espejo retrovisor vaho caliente y lo
fricciona con otro paño. Vuelve y lo mira con esos culos de botellas que tiene
por lentes en una montura Timberlam chiviada. Se acomoda la gorra bajo la cual siempre
se esconde para que no lo vean echar gafa en el vecindario. Vecino, todo bien, —me dice—. Podes preguntarle
a mi mujer, nosotros no permanecemos en casa ni cocinamos mucho, escasamente
dos huevos fritos para el desayuno; así que mínimo me corresponde darte tres
mil pesos. Miro rayado al bobo por su poco fundamento. Pareciera que sólo espera
mi humilde consideración por su inopinado drama, pero le hablo sin miramiento
alguno. En los negocios no cabe el
sentimentalismo. Me amonestó una vez mi ex, sin más ni más. Después entendí
la intención del mensaje que, me sonó altisonante, fue porque le miré con reiteración las apetitosas
nalgas a su hermana. El hombre por momentos vacila, sigue restregándole el trapo
sucio a los espejos retrovisores; los sopla y luego, arguye: ¿No será que el incremento del servicio es por
causa del recalentamiento del gasoducto Mariquita-Cali al pasar por la ladera
del volcán Cerro Bravo? Esa dizque es la causa de la escasez del combustible ¿Oís?
Le digo que, con todo y eso, la fecha de facturación, es anterior al problema
del suministro del gas. Le pido que no le dé vueltas al asunto y que me pague. Sintiéndose
en una sin salida, es cuando retumba desde los parlantes de un descapotado
prestado al lavaperros que lo conduce: Salí
jodido la última vez que en alguien yo confié / Me compré una forty y a cupido
se la vacié / Pero el hombre, desde su altura corporal, pone una patética cara
de imbécil por lo asoliado que lo tengo. Yo me pregunto por qué los adultos dejan
de tener fe en lo que creían de niños, ¿no se supone que somos
más listos ahora? Si algo detesto, es cobrar, tanto como tener deudas. Y
éste tipo, posa de chichipato ante una poquedad por entregar. Pienso que sólo esto
me pasa a mí por creer en la buena voluntad de la gente. Lo vuelvo a recatar: ¿Entonces
en qué quedamos? El hombre al advertir que la factura ya tiene su respectivo
impreso de «Cancelado», es quien ahora me pasa su respectiva cuenta de cobro: Mañana te pago, es que dejé la billetera
allá arriba.
«¿Y éste qué?
¿Quién lo trajo al barrio o quién lo inventó? No pelao, conmigo
cójala suave. Con esa cara agria cree que me va a impresionar. Yo no le como de
cuento a nadie. Al fin y cabo, yo soy el cuñado de la dueña de la casa donde ese man vive. ¡Qué facturas ni qué nada! Se le ve lo muy urgido que está de "pagar la
cuenta". ¿Acaso me vio cara de güevón? Ya pagó la puta factura, y quiere venir a
azararme a mí por tres mil pesos, ja. Menos mal que me la pillé de una. Vivezas
a mí… Ese man lo que está es encañengado. Eso le pasa a todo garoso ¿Oís? Lo
dejé sano cuando le dije que no tenía la billetera. Nos merecemos una disculpa
de parte de ambos: de él y de su mujer. Esa hembra también retaca feo con la sola
mirada. Ambos creen
que son de oro y que hay oro en todas las demás personas. El aletoso ese creía que yo
de noticias ando mal sintonizado, pero cuando se dio cuenta de lo actualizado
que estoy, quiso alebrestarse conmigo. Mejor dicho, se tuvo que patrasiar,
porque me quiso coger de parche, pero en juego largo hay desquite».
«Bien o
qué».
***
Coloquialismos empleados:
En la Juega: estar en
el asunto que es correcto
Culos de botellas: Lentes gruesos.
Chiviado (a):
algo adulterado; imitación de mala calidad.
Echar gafa: observar con disimulo o con sospecha.
Mirar Rayado: mirar con enojo.
Lavaperros: Empleado servil de un rico o poderoso.
Asoliado: mirar a alguien con rabia.
Chichipato: persona tacaña.
Pelao: niño, joven
Cogerla Suave: tener
tranquilidad.
Azarar: Causar alguien o algo fastidio o malestar a una
persona.
Encañengado: Algo de
lo que es difícil deshacerse.
Garoso: Referido a persona, que come mucho y
desordenadamente.
Dejarlo(a) Sano(a):
dejar sorprendido(a)
Aletoso: enojarse por
todo.
Alebrestarse: agitarse,
alborotarse.
Patrasiar: Volver hacia atrás,
retroceder.
Parche: grupo de
amigos.
Comer cuento: hacer creer algo que generalmente es mentira.
más le vale cambiar de inquilino a la primera que pueda, porque parece que el diálogo se va a repetir cada mes.
ResponderBorrarEl moroso usa mucho más coloquialismos, porque hasta que entra a hablar él, se entendía casi todo.
abrazoo, guillermo
"Con inquilinos así, para qué enemigos". Gracias por tu comentario. Abrazo.
BorrarNada peor que compartir los gastos de los "servicios" con alguien que no piensa de la misma manera que uno.
ResponderBorrarSaludos,
J.
Para escuchar a los que no están de acuerdo con uno hay que tener un talento difícil de encontrar. Saludos.
ResponderBorrarDifícil vivir con alguien así.
ResponderBorrarGracias por el uso de las palabras, eso siempre enriquece los textos.
Fuerte abrazo.
Gracias a ti estimada Sara. Un abrazo desde la distancia azul.
ResponderBorrarCreí haberte comentado. Un diálogo muy divertido y cuajado de palabras y giros de Colombia.
ResponderBorrarUn abrazo, amigo
En efecto, la voz del pueblo, pues están por doquier. Un abrazo de oso.
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