Y se lanzó a la calle respirando a pleno pulmón esa mañana. En el camino comió yerbas, estuvo a punto de masticar tierra. Todo lo veía a través de una niebla prodigiosa. La inanición lo hacía ligero, volátil: sobrevolaba casi como un pájaro. Aunque en la escombrera se sintió un ave agorera entre gallinazos. Emprendió el regreso. Las rezanderas, los noctámbulos, los habitantes de la calle, todas las supuraciones del amanecer comenzaron a dispersarse por la ciudad. Ananías, devuelto a su mundo, caminó feliz entre perros y fantasmas, esos que lo asedian cada noche antes de sentarse en el borde de la cama.
"Devenir" parece un título interesante.
ResponderBorrarSaludos,
J.
El "devenir" como complemento de un pasado. Gracias por la sugerencia. Saludos.
BorrarRespondo a tu comentario sobre tu comentario en el blog. La verdad es que no sé qué pasó. Recuerdo haberlo leído y dado el OK para su publicación, pero ahora no aparece por ningún lado. No sé cuál será la causa.
BorrarTe pido disculpas.
Saludos,
J.
El sumo sacerdote
ResponderBorrarSaludos
Un sacerdote con asuntos seculares. Saludos.
ResponderBorrarInquietante el tipo. Tal vez era ya un difunto y no lo sabía.
ResponderBorrarUn abrazo, amigo
Es como decir que es el preludio de otra vida, pero no lo sabrá nunca, Un abrazo.
ResponderBorrarDesdoblamiento
ResponderBorrarPropuesta recibida. Muchas gracias Felipe.
ResponderBorrarEntre perros y fantasmas.
ResponderBorrarPodría ser el título.
Saludos.
Propuesta recibida. Salud-os
BorrarSugerencia recibida. Saludos.
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