sábado, 15 de abril de 2023

¡Bang!




En un oscuro rincón del Bar Betinotti, la sinfonola derramaba canciones sobre los clientes, pero en lugar de alegría, la música traía angustia y presagios de muerte. Los dibujos en carboncillo de los más habituales clientes se agitaban con la melodía, como si lloraran por una tragedia lejana. La música llegó a mi copa y saltó a mi chaqueta, envolviéndome en una sensación de soledad y desesperación. La marea de sonidos se propagó por el aire, como islas temblorosas de dolor. El sufrimiento se coló en mi ser, como el eco de una tragedia que nunca debería haber ocurrido.

7 comentarios:

  1. Cuando se expande esa música,
    la tragedia se apodera de todo.

    Un saludo.

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    1. Díganos que la muerte es siempre y en cualquier circunstancia una tragedia. Gracias.

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  2. El ambiente olía demasiado a pólvora, sin dudas.

    Saludos,
    J.

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  3. Pólvora que se consume en un solo trago. Salud.

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  4. Amarga melodía, bello relato. Saludos

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  5. Hola, muchas gracias por el comentario. Un privilegio tenerte por aquí. Saludos.

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  6. Tal parece que el mundo está lleno de presagios y hay algunos que no nos gustan, pero ocurren. Un abrazo.

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