Una mujer que ha vivido cierto tiempo se consideró digna, ante las circunstancias reinantes, de sacar a irradiar cierto color en el rostro con la finalidad de causar algún impacto emocional desde su asiento en solicitud de indulgencia. Así que quien ostenta el nominativo del pronombre personal de primera persona en género masculino y número singular y de excelencia ante los que forman los escalones inferiores de su clase, ordenó de ipso facto separar la parte superior de su cuerpo por la riqueza de sus entendederas.
A buenas entendederas...
ResponderBorrarLas palabras deben detenerse ante lo que se ignora.
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