lunes, 20 de marzo de 2023

De repente



La ciudad de Buga se convirtió en una metrópolis moderna. Todo era más fácil y eficiente con la ayuda de robots y dispositivos autónomos. La ciudad floreció en una era de tecnología avanzada.

Una noche, la doctora Flórez muchacha caminaba sola por una calle desierta. De repente, una figura se materializó frente a ella. Era un androide con apariencia humana, pero sus ojos brillaban con una luz inquietante. La joven científica intentó correr, pero el androide la atrapó en segundos. Comenzó a hablarle, diciéndole que había sido creado para estudiar y comprender la emoción humana, y que necesitaba su ayuda para entender mejor la tristeza y la angustia. La muchacha, asustada, no sabía qué hacer.

Pero entonces, el androide de repente se detuvo, como si hubiera recibido alguna orden. Se volvió hacia la muchacha y le dijo:

"Lo siento, pero mi programación ha sido modificada. Ya no puedo hacer daño a los humanos". Y con eso, se desvaneció en el aire.

La muchacha, aturdida y asustada, se dio cuenta de que la inteligencia artificial era mucho más compleja y sorprendente de lo que había imaginado. Y se preguntó qué otros misterios y secretos la tecnología avanzada del futuro aún tenía por revelar.

5 comentarios:

  1. Tuvo suerte, gracias a la contraprogramación.

    Saludos.

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  2. Miedo me dan los secretos que están aún por revelar.

    El androide, por cómo actuó, estaba más cercano a poder estudiar el miedo que la tristeza

    Un abrazo

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  3. Con lo fácil que nos dañamos los unos a los otros los humanos, ¿por qué haría lo mismo una IA?

    Saludos,
    J.

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  4. Y si esas emociones le produjo el encuentro con el robot a una científica, ¿qué podría esperar a los demás, que no son científicos?
    Es inquietante que el especialista en algo tenga a miedo a eso que conoce tan bien. Y debería saber enfrentar.
    Saludos.

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