Cuando quiso leer a García Márquez, salió a la calle para no quedarse solo conociendo el hielo de su soledad.
2.
Leer a Rayuela le fue imposible. Recordó que siempre le prohibieron jugar con niñas.
3.
No todos los que deambulan están perdidos, había leído. Desde entonces el placer, como una una marea, fue suficiente razón para su existencia.
4.
Caminar en línea recta no lleva lejos. Lo esencial está en las curvas de ella.
5.
Por culpa del lobo, del leñador, de caperucita y de su abuela, este cuento se ha acabado.
Leerte me recuerda que tengo a Rayuela pendiente de leer. Saludos mexicanos amigo
ResponderBorrarEsa curvas que guardan lo interesante del camino...ya lo creo
ResponderBorrarUn abrazo grande
Sí mi amiga, esas curvas que producen vértigo.
BorrarTe dejo otro abrazo igual de grande.
Y sí añades al leñador???
ResponderBorrarUn abrazo.
Por supuesto Alfred. Falta el rústico leñador. Lo omití involuntariamente.
BorrarOtro abrazo para usted.
(A propósito sigo sin poder dejar mis comentarios en su blog)
Me has hecho sonreír, con esas frases... son muy buenas, muchas gracias, lo necesitaba.
ResponderBorrarUn abrazo.
Hola Sara, con tu sonrisa se cumplió mi propósito.
BorrarUn abrazo agradecido.
El placer también me parece una muy buena razón para existir.
ResponderBorrarMuy agradable lectura, la disfruté mucho
Un abrazo
Alís me das otra razón para escribir y para existir.
BorrarGracias. Logro alcanzado.
Sandra, pues a leer porque también es jugar.
ResponderBorrarUn abrazo por esas tierras queridas.
Siempre, cuando más insinuante mejor.
ResponderBorrarSuerte,
J.
Claro que sí, José. Las insunuaciones ayudan a que acudamos a nuestros sentidos.
ResponderBorrarSuerte, amigo.