Una nube tronó sobre la carretera, a unos dos metros de donde estábamos varados. Dos viajeros que venían de Camuscao, nuestro destino, y que estuvieron expuestos a la tormenta, se vieron obligados a usar sus capas; la tormenta los asustó al verse víctimas de una lluvia inexplicable. Apuraron su marcha; al acercarse a nuestro camión nos contaron lo que les acababa de suceder. Vimos entonces que al sacudir sus capas delante de nosotros, cayeron infinidad de pájaros que terminaban destrozados en el suelo. Era la consecuencia última de su propio terror.
Tippi Hedren y Rod Taylor huyendo de Bodega Bay
ResponderBorrarAbrZooo
Excelente, curioso, misterioso, tétrico, lo tiene todo.
ResponderBorrarSaludos,
J.
Qué bueno haberlo logrado. Salud-os
BorrarY los personajes narradores tienen que ir al lugar de donde los otros huyeron, con terror. Inquietante efecto.
ResponderBorrarSaludos.
Sin duda estamos en manos del Gran Hermano. Saludos.
BorrarParece que salir cuando llueve y que te moje un auto o metas el pie en una posa o se te quede el paraguas, no es ni remotamente peor a lo que acabo de leer.
ResponderBorrarCurioso texto. Intrigante.
Va un abrazo, Guillermo.
En efecto, nos acecha una gran amenaza tipo el Pegasus judío.
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