domingo, 21 de enero de 2024

¡Váyase entonando!

  

Lilith se miró al espejo y descubrió que en los ojos habita su alma. Miró su boca y la halló pendiente de muchos besos. Contempló sus senos y encontró punzantes fresas. Escuchó su corazón y descubrió el único truco de magia posible. Observó su ombligo y se hizo la noche. Apreció su pubis y le pareció una luz encendida en medio de un misterio. Miró sus piernas y consideró un egoísmo de su parte mantenerlas ocultas. Vio sus pies y sus primeros pasos la llevaron a comprender que no sólo ellos y los movimientos son un todo, sino también el espíritu y la pasión que la alimentan su cuerpo. Tras aquel ritual salió a la calle y caminó entre amores y desencantos desde La Ermita hasta la Calle de la Escopeta, sintió la frescura del clima, la suavidad de la brisa y contempló los jardines llenos de flores y de vegetación nativa. Todavía no se acostumbra a la gran ciudad, le cuesta mucho entender su dinámica. No se dio cuenta en qué momento las sombras la cubrieron y le anudaron un nudo de angustia en la garganta. Con maleta a cuestas esperó un bus que la llevaría al centro de Cali. Al primero que vio venir le hizo nerviosas señales de pare. Jamás llegó al sector que esperaba reconocer por sus edificaciones republicanas. Al bajar del bus su único referente fue: «Sácala tú a bailar que ella no baila sola».

2 comentarios:

  1. Parece ser una bella mujer, que merece tener ese nombre tan mítico, tan misterioso.
    Hay algo de narcisismo en ese ritual, pero tiene sentido que se contemple a si misma.
    Saludos.

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  2. Ese reconocimiento ante el espejo es fascinante. Poco importa si llega a Cali o a Bogotá, es un texto encantador.

    Un fuerte abrazo

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