Una tarde al
regresar de Palmira tuvimos un grave accidente. El carro en el cual veníamos fue
impactado por otro vehículo. El conductor no respetó las normas de tránsito al
superar el límite de velocidad permitida.
Los heridos
fuimos atendidos por los auxiliares de enfermería dentro de una ambulancia que,
según dicen, se abría paso con sus luces intermitentes y sus sonidos largos y estridentes
hacia Buga. En el último tono, en el más fuerte y corto que se usa para casos
extremos, desperté de aquella pesadilla.
Paula Alejandra Archila.
Colegio Académico de Buga. Grado 7-4
Un gran alivio poder despertar después de todo lo soñado.
ResponderBorrarExcelente microrrelato.
Un abrazo a Paula, ojalá que siga escribiendo siempre.
Un gran alivio tener al menos una persona, entre muchos otras, intentar seguir en esta aventura-escritura. con mucho gusto le daré tu amable saludo.
ResponderBorrarMenos mal que despertó ya atendida...
ResponderBorrarUn abrazo para ambos.
La señora Wolf dice que la vida es un sueño, el despertar es lo que nos mata. ¿Será cierto?
BorrarEs mejor despertar sonriendo. Abrazo amigo.
ResponderBorrar