Cuando nadie transita por la calle, se asoma por la ventana y muestra sus puntiagudos senos, su estrecha cadera, sus torneadas piernas y la diminuta ropa interior con la disimula su verga. Siempre espera llamar la atención de algún pimpollo. Su vida, desde que vive en el vecindario, transcurre en entre estilos, cortes y peinados, la compañía de su anciana madre, el puntual ruido de la moto de su macho al llegar y las travesuras de sus perros: Misterio y Tormenta.
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