domingo, 16 de junio de 2019

Caricias


Siempre que estoy cerca a ella quiero acortar todas las distancias posibles. Con esa anhelada cercanía tan solo quiero cambiar la terrible imagen del hombre serio y hosco que soy. Pero ella ante esa imagen reveladora y antipática mía, sabe anteponer siempre un vocablo, una expresión de respeto más que de cortesía. Don fulano; Sí, don fulano...
Aquella tarde necesité consultarle algo: Dahianna, estos datos aquí escritos... Sí, señor... Me habló desde su escritorio mientras yo, desde el mostrador le señalada sobre el papel aquellos porcentajes. Ella, con la misma cara de persona paciente y ocupada, estiró sus brazos para tomar los documentos de un extremo y explicarme lo que yo esperaba haber entendido. Solo que su otra mano, la que tan solo sostenía un bolígrafo, dejó libre su meñique de toda aprehensión. A medida que movía su mano, su dedito se tornó acariciador de mi mano que reposaba sobre aquel muro de madera.
Una, dos, tres veces y creo que un poco más, su naturaleza femenina a través de la extremidad de su mano accionaron las alarmas sensitivas de todo mi ser. Fue la primera vez que aquella forma protocolaria se silenció para dar paso a una indescriptible sensación que se apoderó de mí. Era terciopelo sobre acero caliente. Ese dedo supo "mover montes y colinas... y de (hacerme) volar, volar cual si fuera una hoja al viento".
Cuando llega a buscar a otros por asuntos diferentes a los míos, su voz me alerta y me hace recordar lo que aquella tarde ocurrió. Imbuido en mis lecturas de maestrante hago como si nada, porque esas caricias solo las sentí yo cuando supieron ser ondas electromagnéticas capaces de transportar mi alma al mundo de los cuentos. 

8 comentarios:

  1. Veinte años después, aún recordará esas breves caricias...

    Saludos,

    J.

    ResponderBorrar
  2. Caricia se aproxima a "cariño"; deseo se aproxima a "desexo". El sonido de estas palabras son golpes de voz como notas en un pentagrama.

    Salud-os José.

    ResponderBorrar
  3. Hay manos, brazos, actitudes, que nos hacen vibrar. Lindo texto de esa sensación de pequeño terremoto afectivo y sensitivo

    Un abrazo grande, Guillermo

    ResponderBorrar
  4. Cuando se despiertan los sentidos y todo se pone en alerta máxima.
    Un abrazo.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Sí, don Alfred. Ahí es donde hay que tomar una decisión: respondemos a esa señal o nos hacemos los locos.
      Un abrazo tanbién para usted.

      Borrar
  5. Hay sensores-personas que nos hacen vibrar con su toque de campanilla particular. ¿Será esa una de las causas para ser tan selectivos?
    Abrazos distantes, pero calurositos.

    ResponderBorrar
  6. Convertir esas caricias en un recuerdo para sobrevivir me parece un modo de rendición. Creo que no podría evitar buscarlas una y otra vez

    Un abrazo

    ResponderBorrar
  7. Alís,repetir es persuadir con más detalle.

    Un abrazo

    ResponderBorrar