Al reconstruir el rostro de una chica que vivió
hace nueve mil años en Tesalia, el arqueólogo forense tuvo la visión
fascinante de cómo han evolucionado los rasgos faciales con el tiempo. Aquel rostro,
de una muchacha de dieciocho años, era el único testigo de una era crucial en
la evolución humana. Ahora, después de miles de años, por fin podemos ver cómo
era, aseguró, dado que en su cara se perciben los amaneceres de la civilización humana
moderna, aunque sigue en estado de embrión.
Siempre evolucionando.
ResponderBorrarSaludos.
Es, podríamos decir, es nuestra constante durante incontables centurias. Saludos.
BorrarPodremos ver esos amaneceres, lo que nadie se pregunta es si deberíamos verlos...
ResponderBorrarSaludos,
J.
Pienso que merecemos lo que tanto soñamos o anhelamos. Saludos.
ResponderBorrar