Aquella niña que recorre el bosque encuentra un espejo esferoidal. Inclinada sobre el espejo, ve un rostro que la mira con curiosidad.
—¿Cómo te caíste al pozo, lobito? —pregunta la pequeña al que emerge
entre la lámina incolora.
No le contesta. Y la niña que camina a casa de su abuelita divulga con cierta animación:
—El muy confiado quedó con los ojos
abiertos.
¡No sabe nada Caperucita!
ResponderBorrarSaludos.
La inocencia a toda prueba. Saludos.
BorrarExcelente reversión.
ResponderBorrarSaludos,
J.
Qué bueno que "os haya gustado". Saludo.
ResponderBorrarLa inocencia no encuentra protección en la culpabilidad. Un abrazo amigo.
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