La luna comenzó a abrirse campo entre las nubes ondulantes, y en el ámbito de la noche callada, los grillos y las ranas imponían su perturbadora presencia. Pedro José no sabía bien si era la luna la que rodaba bajo las nubes, o si eran las nubes algodonadas las que iban dejando atrás a la luna, eso da fe de su gran misterio.
El juego visual, en las noches con nubes, da mucho juego.
ResponderBorrarUn abrazo
En síntesis, el juego es un invento poderoso de la naturaleza. Un abrazo también para ti.
ResponderBorrarO si la Luna elegía alejarse de él...
ResponderBorrarSaludos,
J.