En una línea del tiempo, San Ambrosio aprendió a leer en silencio; Diderot, se convenció de las propiedades terapéuticas de las novelas eróticas; Borges, con quienes estuvieran cerca a él. En cambio, Stevenson se negó a aprender a leer para no privarse del placer de escuchar a su niñera. Ante tantos lectores y experiencias, Chesterton concluyó que lo más extraño de los milagros es que ocurren.
Sí que eso es extraño.
ResponderBorrarUn saludo.
Un enigma que el mismo ingenio humano no resuelve del todo. Saludos.
ResponderBorrarEl mayor de los milagros continúa siendo ese de que quedan personas que creen en sí mismas.
ResponderBorrarSaludos,
J.
En efecto, los milagro ocurren cuando creemos. Saludos.
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